Cuando finalicen en mayo su periodo formativo, los especialistas de la primera promoción de enfermería familiar comunitaria se enfrentan a un futuro incierto. “No existen plazas específicas de nuestra especialidad, ni se reconoce nuestra categoría, ni se da prioridad a esta titulación a la hora de optar a un puesto en un centro de atención primaria”, explican las enfermeras Olga Alonso Alonso y Alba Martí Álvarez durante el XXI Encuentro Regional de Residentes de medicina y Enfermería Familiar y Comunitaria, celebrado recientemente en Avilés (Asturias).
Tras finalizar la fase de formación como enfermeros interinos residentes (EIR), con rotaciones por distintos centros de salud, hospitales, Samu y centros de geriatría, salud mental y pública, y haber adquirido las habilidades y competencias necesarias para obtener esta titulación, “vamos a la bolsa de trabajo general”, señala la enfermera Cristina Obaya Prieto, quien destaca el alto nivel de formación alcanzado con tutores con una elevada formación formadas.
Solamente cinco enfermeras poseen esta especialidad en Asturias. “Han sido dos años duros, con mucho trabajo, guardias y cursos, ya que nos hemos formado en un campo muy amplio, no sólo en centros de salud; también trabajamos con personas sanas”, explican estas profesionales.
