Llega el invierno

Viernes, 3 de enero de 2020

por Sonia Palencia

Esta mañana la anciana se ha levantado mal. Apenas ha dormido. Respira con dificultad. El cansancio hace mella en ella. No se recupera como antaño.

-Ay, ay, qué mala estoy, qué mal me siento. Creo que me voy a morir…- se queja.

-¿Qué sucede, mamá? – le pregunto-. ¿Qué te pasa? ¿Qué notas?

-Que estoy muy mala, he dormido muy mal. Creo que me voy a morir.

Le toco la frente. Está caliente. Le pongo el termómetro, y 38º. La oigo respirar con dificultad. Tiene la nariz tapada. Le mando a la ducha caliente. Preparo el baño con bien de vaho y le doy un analgésico antitérmico.

-Dúchate, mamá, y te llevo al médico.

-Mejor haría viniendo a verme, que estoy muy mala.

-Dúchate, mamá, a ver si te despejas, y luego vemos.

-Sí, si ya te conozco, que no quieres hacerme caso. Un día me voy a morir y no te vas a dar ni cuenta.

Tras la ducha se le oye algo más despejada al respirar. El antitérmico va haciendo efecto. Vuelvo a animarla para ir a urgencias del centro de salud. Hoy es fiesta y no hay médico de cabecera.

-No me apetece salir, hijo. Ten compasión, que estoy muy mala.

-Vamos, mamá, que te acerco en coche. Verás cómo te despejas. Si estás muy mal, nos sentamos allí un ratito hasta que te atiendan. Si te apetece, damos un paseo; si no, de verdad que no te muevo. Enseguida estamos de vuelta.

-Desde luego, cómo eres, hijo. Pago mis impuestos, bien estaría que el médico viniera a visitarme, con todos los años que llevo cotizados y todos los que pagó impuestos tu padre.

-Vamos, mamá, haz un esfuerzo, que te irá bien.

Por fin arrancamos. En urgencias hay cola, pero mi madre está un poco mejor. Le toco la frente y parece normal. El frescor de la mañana le ha sentado bien.

-¿Damos un paseíto por el pasillo? ¿Qué te parece?

-Vamos – acepta-.

El tiempo se alarga y se me van acabando los temas de conversación para entretenerla. No quiero que se altere y empiece a mostrarse reivindicativa. Por fin nos toca.

La doctora nos hace las preguntas de rigor, le ausculta, le toma la tensión, le mira la garganta y los oídos, escribe el informe, emite un veredicto y nos manda para casa con el tratamiento antibiótico. Pasamos por la farmacia antes de regresar a casa. Mi madre ya apenas habla. Se la ve cansada.

El resto del día pasa tranquilo y sin incidencias. Llega la cena. Segunda dosis de antibiótico y veo que me lo deja sobre la mesa.

-Mamá, ¿se te ha olvidado tomar la pastilla que te ha mandado el médico?

-Ya estoy mejor. He decidido no tomarlo porque me da sueño.

Y en los hospitales, a las enfermeras ¿les pasa lo mismo?

Sonia Palencia – Enfermera de trinchera

Para consultar la publicación original, se puede seguir este enlace.

centro de salud, personas mayores, urgencias

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