Luces y sombras de la e-salud y las redes sociales

Martes, 8 de enero de 2019

por Pablo Sánchez Ballesteros

Quien me conoce sabe que soy fiel defensor del uso profesional de las redes sociales, dentro del ámbito de las Ciencias de la Salud. Pero últimamente me da la sensación de que esto se nos está yendo de las manos.

Selfies que no vienen a cuento en horario laboral y con el uniforme puesto, tuits que parecen panegíricos cuya única finalidad es demostrar que “meamos más lejos que nadie”, cuentas “profesionales” de Instagram que tan solo se nutren de imágenes morbosas con la única finalidad de atesorar miríadas de seguidores, gente que plagia el contenido de otros con tan solo borrar un logo y poner su nombre… ¿Qué está pasando?

No sé si es porque me hago viejo o porque veo todo este mundillo 2.0 con ojos más maduros y con muchas cicatrices en la espalda, pero me da la sensación, como dice mucha gente, de que esto ya no es lo que era.

Ya han sido varios posts hablando de las bondades de las redes sociales como el “Uso de redes sociales para buscar evidencia científica”. Hoy vamos a hablar de las consecuencias que nos pueden acarrear el mal uso de estas.

Siempre digo que las redes sociales son una arma poderosísima a la hora de conectar con otros profesionales, trabajar de forma colaborativa, compartir conocimiento, etc. Pero, como toda arma, si no se utiliza bien nos puede explotar en la cara.

Ojo, que con todo esto no estoy diciendo “yo las uso bien y tú no”. Aquí, como en la vida, se aprende a base de palos, de los que yo me he llevado unos cuantos; pero me da la sensación que hay mucha gente que no calibra bien el riesgo que corre con según qué tipo de publicaciones. Y no estoy hablando de ofender a alguien con un tuit o ganarse 20 unfollows, sino de cosas más serias, repercusiones legales o laborales; como el caso de las enfermeras que les dio por pegarse un bailecito (y compartirlo en RR. SS.) antes de una intervención quirúrgica. Fueron fulminantemente despedidas.

El “ofendidismo” en redes sociales

En estos últimos días se ha hecho viral el vídeo del parto del primer bebé del año en Guatemala. Mi primera reacción, igual que la de mucha gente, fue “ofenderme” (ay, cuántos ofendiditos en las redes sociales). Hasta que alguien me hizo ver que, aparte de ser otra cultura, tal vez fuera la propia madre la que pidiera que le grabaran de esa guisa, vete tú a saber; nos faltan datos.

Lo que sí es cierto es que en las RR. SS. siempre estamos con la escopeta cargada, a punto para ofendernos y lapidar al primero que se nos cruce por el camino, aunque no tengamos todos los datos disponibles (ojo, yo también lo he hecho y entono el mea culpa). Como bien me comentaron, somos profesionales sanitarios, no jueces.

Las redes sociales como “ladronas de tiempo”

Si todo lo anterior no fuera suficiente, con la última actualización de iOS, ya se puede ver en iPhone el tiempo de uso del dispositivo móvil y las horas que le dedicamos a diario a estas herramientas. Ríete tú de las estadísticas sobre el uso de las RR. SS. ¿Te has fijado en las horas que les dedicas? Yo sí, y me he asustado.

Las redes son una de los ladrones de tiempo más potentes que hayan existido en los últimos años. Nos pasamos el día pendientes de la pantallita. Nos están hablando y sacamos el móvil en una de las mayores muestras de desprecio y falta de educación hacia la otra persona (lo he hecho en alguna ocasión y me avergüenzo de ello).

Las redes sociales y el teléfono se han convertido en una especie de “cigarrillo” digital. Cuando no sé qué hacer, saco el móvil; que estoy nervioso, saco el móvil; que estoy aburrido, saco el móvil. Este cigarrillo no te llenará los pulmones de alquitrán, pero te va a robar lo más preciado y valioso de lo que disponemos: el tiempo.

El postureo

Parece que el “postureo” se ha adueñado de las RR. SS en general, y de la e-salud en particular. El otro día lancé una encuesta en Twitter, que, si bien es cierto que posee todos los sesgos del mundo, refleja el pensar de muchos de los que pululamos por el 2.0. Sigue habiendo contenido muy interesante, pero emborronado por el postureo, soliloquios de Twitter y clases magistrales de “yo tengo razón y tú no”.

Ojo, que no estoy diciendo que esto esté bien o mal. Cada cual es dueño y señor de hacer lo que le dé la gana con sus perfiles, faltaría más. El problema viene cuando nos puede acarrear repercusiones legales o laborales, y esto es lo que parece desconocer mucha gente que sube fotos, vídeos, etc. durante su horario laboral, con el uniforme del hospital.

La imagen que transmitimos a los demás

No basta con que la mujer del César sea honesta, también tiene que parecerlo. Pues lo mismo con los profesionales sanitarios. Está claro que en un turno de 8 o12 horas hay tiempo para el buen rollo, las bromas entre compañeros y la distensión. Trabajamos sometidos a mucha presión y, en ocasiones, esta es nuestra válvula de escape. Pero debemos ser conscientes de la imagen que transmitimos a familiares y pacientes.

Durante un turno de 12 horas, en que no hayas parado ni para ir al baño, si cuando entra un familiar te ve sentado en la silla mirando el Facebook en el móvil, pensará que llevas así todo el día, porque es la imagen que le has transmitido. Si llevamos este ejemplo al 2.0, si alguien ve una foto tuya en Instagram con el uniforme y los pies en alto mirando la televisión, pensará que a eso te dedicas durante todo el turno. El problema viene cuando esa foto se hace viral y es vista por millones de personas, que pensarán que en lugar de cuidar a tus pacientes te dedicas a ver la televisión con los pies en alto.

Si has llegado leyendo hasta aquí, no quisiera que te quedaras con la idea de que este post es una regañina de abuelo cebolleta, si no más bien un toque de atención. Está claro que las redes sociales son un ente vivo y cuyas reglas de funcionamiento cambian minuto a minuto. Es importante que nos sepamos amoldar a estas nuevas reglas de juego, pero siempre teniendo en cuenta las repercusiones que nos puede acarrear un mal uso de ellas.

Usemos esta arma, pero usémosla bien

Pablo Sánchez –  Enfermería tecnológica

Para consultar la publicación original, se puede acceder al siguiente enlace.

enfermería, redes sociales

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