Un hombre con párkinson vuelve a caminar después de 25 años gracias a una prótesis implantada en su médula

Miércoles, 8 de noviembre de 2023

por diariodicen.es

El párkinson es un trastorno neurodegenerativo y crónico, caracterizado, principalmente, por el desarrollo de temblores en reposo, rigidez muscular y bradicinesia o acinesia. Su origen es desconocido, aunque, a día de hoy, existen muchos estudios sobre la enfermedad.

Un hombre con párkinson vuelve a caminar después de 25 años gracias a una prótesis implantada en su médula
Foto: Captura vídeo

Una enfermedad dura que no tiene cura, pero sí diferentes tratamientos para controlarla o para mejorar los síntomas. Ahora, el Hospital Universitario de Lausana, en Suiza, ha compartido una noticia esperanzadora: un paciente con párkinson ha conseguido volver a caminar 25 años después gracias a una prótesis que le han implantado. La investigación ha sido publicada en Nature Medicine.

Hasta ahora, ninguno de los tratamientos que este paciente de 62 años había recibido le había hecho efecto y llevaba décadas sin poder caminar con rigidez, siempre tenía pérdidas de equilibrio y falta de coordinación. Un problema que han logrado solventar, aunque pareciera imposible: “Ahora soy independiente. Puedo salir de casa, incluso voy a pie, explica emocionado.

Prótesis en la médula

La investigación comenzó con ratones y, debido a su éxito, siguieron con monos con lesiones medulares, y posteriormente lo probaron con humanos y obtuvieron resultados positivos. Se trata de una neuroprótesis formada por un campo de electrodos que se coloca contra la médula espinal y funciona junto a un generador de impulsos eléctricos bajo el abdomen, que a su vez es controlado desde el exterior por un mando a distancia.

De esta manera, se logra estimular la médula espinal y activar los músculos de las piernas. No fue fácil, tenían que aprender qué zona estimular con los electrodos, con qué intensidad, ver qué pasaba en la corteza motora para encontrar una relación entre movimiento de los músculos y la activación cerebral.

Después del implante, Mark pasó seis meses en Lausana, entrenando al sistema y adaptándose a él, dentro de un programa de rehabilitación. Tuvo que reaprender a moverse.

La utiliza unas ocho horas al día, desconectándola cuando pasa mucho tiempo sentado o cuando se va a dormir. “Me ayuda a andar mejor y a tener estabilidad, tanto que las escaleras ya no me asustan. Todos los domingos voy al lago y camino unos seis kilómetros”, asegura.

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