Perros y personal sanitario: los beneficios de trabajar juntos

Jueves, 4 de junio de 2015

por diariodicen.es

Ocho son los protagonistas del programa que comenzó hace tres años en el Hospital Sant Diéu de Barcelona. Ocho perros que forman parte del equipo sanitario del hospital y, con su labor, muestran los grandes beneficios que el vínculo humano-animal puede tener en la salud. A falta de la posibilidad de entrevistarles, hemos acudido a EL enfermero. Añadimos ‘el’ con mayúsculas ya que es la persona que se atrevió a dar el paso: aceptó el reto, reunió información, creó un equipo, dio voz a un grupo de profesionales de enfermería, también protagonistas de este proyecto, y consiguió que cientos de niños pasen por el hospital de manera mucho más relajada y menos traumática.

francis_animalenSe llama Francisco Javier Lozano Olea. Nos dirigimos a él para conocer más sobre la Unidad de Intervenciones Asistidas con Animales del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, en el que trabaja actualmente como coordinador, dentro del Programa Ànimalnen. Un proyecto que empezó con un “no será fácil pero ¡para adelante!”.

Pregunta.- Perros en un hospital. No estamos acostumbrados a ello, ¿en qué consiste exactamente la unidad funcional de intervenciones asistidas con perros?

Respuesta.- La unidad consiste en dar forma y estructura a la incorporación del perro como un recurso terapéutico para ponerlo a disposición de los profesionales. Incorporar un recurso de este tipo a este hospital requiere hacerlo de una forma muy rigurosa, sobre todo debido a la cantidad de especialidades, circuitos y protocolos del hospital. Es un recurso muy novedoso y diferente a lo que estamos acostumbrados a incorporar, por lo tanto el factor cultural que había de reticencia, de ‘¡ostras!, un perro dentro de un hospital’, nos hizo ser aún más rigurosos y cuidadosos a la hora de incorporarlo.

P.- ¿Os encontrasteis con muchas trabas a la hora de empezar el proyecto?

R.- Las familias y los niños confían en nosotros, en los profesionales y, bueno, los niños encantados. Según una encuesta que hicimos al principio las familias, en un 98%, también estaban de acuerdo. Ese 2% que quedaba era porque no les gustaba, no conocían bien el proyecto…pero ampliamente todo el mundo de acuerdo.

Con los profesionales sanitarios sí fue un poco más complicado. Por esa asociación que hay entre perro e infección…algunos no lo vieron claro. Lo que hicimos fue una estrategia para no confrontarlo con los profesionales sino que simplemente, poco a poco, se fueran acostumbrando y se fuera generando curiosidad.

Por su parte, los profesionales de enfermería, reaccionaron bastante bien, de hecho somos los que lideramos la incorporación de este recurso en el hospital. Es una de las cosas que me gustaría remarcar. Gracias al liderazgo que tuvo Enfermería se ha podido incorporar este recurso. Hoy, gracias a ellos, es una realidad en todo el hospital. Tenemos una oportunidad para liderar un proyecto que yo considero que es muy innovador y además lo entiende todo el mundo, no es tecnología, es algo que tenemos a nuestro alrededor. Para mí lo mejor de todo este proyecto es que consiste en aprovechar los beneficios del vínculo humano-animal, que es algo que conocemos y que de cara a las familias ha sido muy fácil que lo entendieran.

P.- ¿Cómo se te ocurrió la idea de incorporar a los perros?

R.- A mí no se me ocurrió. Sant Joan De Déu, me contrató porque querían construir un edificio de salud mental, querían mejorar la red del área de gestión de todos los recursos de salud mental tanto del hospital como comunitarios, entonces, por mi trayectoria, me ofrecieron este proyecto. Lo de los perros no estaba ni en mi pensamiento. Me hablaron de una experiencia en Italia desde la gerencia. Sinceramente, pensé “ay…”, el mismo “ay” que dice el factor cultural, pero al final me fui a Italia a ver cómo funcionaban los perros en Florencia. Vi que funcionaba, que era muy efectivo y que no pasaba nada, entonces me vine para Barcelona, y empezamos a elaborar la estrategia para incorporarlo. Empezamos en Salud Mental y tardamos 3 años en que, poco a poco, los profesionales se fueran acostumbrando. Los humanos y los perros no compartimos las enfermedades, no es un vector real, era el factor cultural. Por eso hicimos la exposición progresiva, un estimulo novedoso: el perro aparece, desaparece, los vas viendo, te vas acostumbrando… fue un trabajo bastante intenso.

P.- ¿Qué profesionales utilizan más este recurso?

R.- Más que qué profesionales, la pregunta sería para qué se requiere. Este recurso, hablando a nivel general y no solo en el paciente pediátrico, funciona muy bien cuando tienes un problema en la gestión de las emociones, cuando quieres utilizarlo como un elemento motivacional o para facilitar los procesos de interacción social, ya sea integración en el grupo, en el proceso de comunicación, con nosotros…Es decir, cuando tú, como profesional, en el desarrollo de tu actividad profesional, tienes una dificultad. Por ejemplo, que el niño cuando te vea aparecer con la aguja utilice la reacción del miedo. Si en esa situación pones a un perro y el niño está tocando al perro, lo que hemos comprobado es que hay una disminución muy significativa de ese miedo, con lo cual la resistencia del niño es mucho menor, y la enfermera trabaja mejor.

P.- ¿Suelen llegaros muchas solicitudes?

R.- Sí, de hecho la expansión de la unidad la vamos controlando en el sentido de que no queremos que la actividad nos aumente exponencialmente, sino que vamos aumentándola progresivamente. El año pasado fuimos subiendo como un 30% la actividad, controlándola. Ese mismo año trabajamos con 1.200 niños diferentes y realizamos aproximadamente unas 3.000 sesiones de intervenciones con animales. El periodo de hospitalización de estos niños suele ser corto por lo tanto no nos suele dar tiempo a hacer muchas intervenciones con el niño.

P.- ¿No existe el riesgo de que el niño se encariñe de un animal que, al final, pertenece al hospital?

R.- Era una pregunta que nos hacíamos todos al principio, pero no. Los perros van con su peto y con su identificación, entonces asocian al perro a parte de la estructura del hospital. Por lo tanto no sucede, al contrario, están encantados. En todo caso, las familias de niños que están con tratamientos a largo plazo, cuando tienen que volver al hospital, nos llaman para preguntar si cuando vengan a hacer el tratamiento es posible en algún momento ver a alguno de los perros, porque la resistencia que tiene el niño a la hora de venir al hospital es mucho menor ya que se acuerda de que están allí los perros.

P.- ¿Hay algún aspecto legal que dificulte la realización de este proyecto? ¿Por qué no se ha incorporado antes?

R.- En los aspectos legales hay varias cosas que son necesarias regular. Es muy importante la profesión del técnico, que en intervenciones con animales es el profesional que se encarga del cuidado del perro y del entrenamiento constante. Creo que ha sido uno de los factores que ha retrasado tanto que se vaya incorporando, porque si no tienes la profesión reconocida esto puede ser un coladero de gente, con buena intención pero con poco rigor.

En cuanto a la legalidad, en Cataluña tenemos una regulación básica de la circulación de perros de asistencia, para invidentes, en todos los entornos públicos, incluidos hospitales. Nosotros nos acogemos a ese marco normativo, que es genérico y en principio nos cubre de una forma general. Además, nosotros trabajamos con la entidad que son los que acreditan estos perros, así que en principio estamos cubiertos legalmente pero también es cierto que en otras Comunidades Autónomas ni siquiera está regulado eso. Como siempre, somos responsables si pasa algo, como con cualquier otro recurso, cada persona es responsable de los recursos terapéuticos que utiliza con un paciente. En el hospital tenemos regulado y aceptado a nivel de protocolos y procedimientos que el perro es un recurso. Entonces, con la propia normativa y la ley general en Sanidad, un hospital tiene potestad para incorporar recursos terapéuticos. Aun así, estaría bien que se hiciera una normativa y se regulara de forma más concreta.

P.- ¿Nadie os ha llamado interesado en importar el proyecto? ¿Por qué crees que no está más extendido?

R.- Sí. El problema es que hasta ahora, las experiencias que han existido han sido programas liderados por un profesional y cuando se iba ese profesional o la financiación, estos programas se acababan cayendo. Nosotros hemos intentado que se quede insertado en la estructura del propio hospital. Estamos exportando, de hecho tenemos centros interesados en varias Comunidades Autónomas, incluso en el extranjero.

P.- Has comentado que las ventajas de la asistencia con perros no se restringen a los niños, ¿os gustaría ampliar el modelo a terapias de adultos?

R.- Las ventajas no se dan exclusivamente en pediatría. Nosotros también trabajamos en colegios de educación especial o en otro tipo de centros. Les ofrecemos un programa de acompañamiento que dura unos 18 meses en el que ayudamos a saber cómo presentarlo en las comisiones de infecciones, cómo hacer los procesos, los procedimientos, cómo hacer la estrategia en tu centro…

Los beneficios del vínculo humano-animal son muchos y variados. Están los perros de asistencia con personas invidentes, los perros de autismo, ayudan mucho tanto en la parte terapéutica, para que conecte mejor con el entorno social, como para las familias, porque son perros grandes que van con los anclajes con lo que en un momento determinado si el niño sale corriendo el perro se tira al suelo. Es un recurso muy útil. Es algo que se lleva estudiando muchos años, a la hora de plantearlo todo el mundo dice sí, pero la cosa es cómo lo incorporas, y en esas estamos.

P.- Qué bien que os atrevierais.

R.- Bueno, se dieron las circunstancias adecuadas en el momento adecuado. Suele pasar muchas veces, que se dan ciertas circunstancias y dice uno “¡pues venga!”. Todos nos tenemos que convencer. Cuando vimos que no era peligroso, ni era un riesgo y encima tenia un valor terapéutico enorme, dijimos “bueno, no será fácil pero ¡para adelante!”

Ánimalnen, entrevista, Francisco Javier Lozano Olea, Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, Perros

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