Relato enfermero: Por algo sucede

Miércoles, 10 de noviembre de 2021

por diariodicen.es

Relato enfermero: Soy enfermera de Quirófano. Curiosamente en mi hospital no existía la figura de la “Enfermera Informadora” en el Área Quirúrgica hasta que la pandemia covid-19 descolocó todo. En la primera etapa del estado de alarma sanitaria, se hicieron muchos protocolos, revisiones y adaptaciones a las recomendaciones de la era Covid-19. Muchas cosas buenas se pueden extraer de todo ese trabajo de adaptación, una de ellas fue que mi hospital dispuso de una enfermera para informar al familiar de referencia del paciente quirúrgico.

Profesionales sanitarios hablando con un paciente | iStock
Profesionales sanitarios hablando con un paciente | iStock

Se plantea esa información vía telefónica, con la posibilidad de ser presencial según criterios en determinados pacientes con derecho al acompañamiento o si la fase de la alarma sanitaria permite la visita. Aún hoy, el protocolo de ese puesto de trabajo se está desarrollando. Las revisiones bibliográficas sobre esa actividad apuntan un gran beneficio en el afrontamiento y posterior recuperación de los pacientes quirúrgicos.

Hace mucho descubrí que escribir mis penas me ayudaba a llevarlas. Hoy decidí empezar este relato en memoria de alguien con quien sólo compartí 5 minutos de su vida.

Inicio este relato en el mismo lugar donde conocí a Catalina, y en el momento que recibí la triste noticia de su fallecimiento, porque no quería olvidar los detalles vividos con ella.

Aquel día, recibí en mi puesto de trabajo a Catalina, realicé las comprobaciones y el interrogatorio pertinentes para valorar su situación basal de salud, y la preparación para una intervención quirúrgica planteada como “urgencia diferida”.

Una “nueva normalidad” sanitaria y social, rige nuestro trabajo en el momento que conozco a Catalina, por la pandemia de la covid-19. Como Enfermera Informadora no puedo hacer la visita pre quirúrgica en la planta, primero por minimizar mis desplazamientos como recomendación de la era Covid-19, y segundo porque sería conveniente que se hiciera en un turno anterior para poder detectar y solventar posibles irregularidades, es decir, faltaría otra enfermera. Por consiguiente, soy una Enfermera Informadora adaptada a la era Covid-19.

Recibo al paciente en la entrada al Área Quirúrgica, con una breve entrevista para presentarme, para pedirle que me diga su nombre y de qué le operan, comprobar su pulsera identificativa, que no tiene prótesis ni adornos metálicos, que se ha duchado y enjuagado la boca, que la prueba covid-19 es negativa y no presenta síntomas, y que aporte nombre y teléfono de la persona a la que quiere que demos la información peri quirúrgica.

Con Catalina me sacude el alma varias cosas:

-Observo que no ve bien, como también lo expresa Catalina.

-Le permito en sus respuestas que me toque el brazo, cuando en esta nueva normalidad me suelo colocar a distancia en el momento de la recepción, tal, que podemos oírnos, pero no tocarnos.

-Toco su mano con mi deseo final de darle calor humano y que vaya todo bien.

Es bien sabido que las enfermeras tocamos mucho a los pacientes, pero no recibimos muy bien los tocamientos de los mismos pacientes.

Personalmente, tuve que hacer un gran esfuerzo de concienciación y adaptación a las recomendaciones sanitarias y generales durante la pandemia de la covid-19. Especialmente en lo referente al trato estrecho con el paciente, con la propia familia y con la gente, en general. Yo tocaba, y mucho. Me obligué a estar alejada del paciente, al menos 1’5m de distancia, y permanecer cerca el mínimo tiempo posible para realizar actividades puntuales. Llevar siempre puesta la mascarilla quirúrgica, tanto el paciente como yo, llegando incluso a ser obligatorio para la atención directa con el paciente quirúrgico la mascarilla FFP2. En mi centro de trabajo, y hasta el momento actual, se le quita la mascarilla al paciente al realizar la ventilación y la intubación, volviendo a ponérsela cuando se comprueba la correcta ventilación tras la extubación.

Todo el personal, sanitario o no, pacientes y acompañantes, permanecemos con mascarilla toda la jornada, con los cambios recomendados según el tipo de mascarilla, además de realizarse lavado de manos frecuentes y evitar aglomeraciones en zonas comunes.

En esta recepción enfermera, de comprobaciones y encuestas directas, se procura no tocar al paciente, siempre que colabore. Pretendemos ser ágiles, ahorrando con la actitud “no tocar”, el tiempo de lavado de manos entre paciente y paciente. Siempre que tenga que tocar al paciente, el uso de gel hidroalcohólico hace más rápida la limpieza y desinfección de las manos en el mismo lugar de la recepción. De otra manera, tengo que ausentarme unos minutos para ir hasta el lavamanos más cercano, cosa que también se debe realizar tras varias limpiezas con gel hidroalcohólico.

Catalina fue diferente, sus ojos me buscaban sin verme, con su boca cubierta con la mascarilla, sus ojos hablaban. Hablaban tranquilos. Además del familiar de contacto para la información peri quirúrgica, aportando a su hija Caty, ella quería que tuviéramos los teléfonos de sus amigas, Cisa y Nanda. Deseaba saber cuándo se iría para casa después de la cirugía. Le dije que mañana mismo estaría sentada y se iría pronto, que tenía que ponerle ganas en la recuperación. Transmitía sus ganas, diciéndome que era fuerte y activa. Me dijo que tiene teléfono móvil para recibir llamadas, porque por su mala visión no lo maneja bien.
Me contó lo ocurrido, cómo se cayó al asustarse, cuando su nieto, al que sostenía para coger algo desde una altura, dio un brinco de alegría. Cómo su nieto gritaba; ¡ayuda, ayuda!

Hablamos de la importancia de decirle a su nieto que no fue culpa suya. Estaba escrito que no era ese su momento, se devolvió a planta porque se esperaba otra cirugía más urgente. Cuando volvió a quirófano, estaba todo chequeado en la recepción anterior, y sólo le pregunté si había hablado con su familia. Me dijo quesí. Recuerdo que, con el celador que la acompañaba, hicimos un gesto de victoria por poderse intervenir ese día finalmente.
Mi actividad laborar es de turno de mañana y su cirugía estaba prevista que finalizara al final del turno de la mañana o principiodel turno de la tarde.

Se informó a la hija de Catalina, por teléfono, del inicio de la cirugía y la previsión de su finalización. Me pareció observar, en su tono de voz y sus pausas en la conversación, preocupación, aunque no me sorprendió. La ansiedad y la incertidumbre son manifestaciones habituales, tanto del paciente como del familiar, ante un proceso quirúrgico. Me sorprendí diciéndole que Catalina había entrado tranquila.

Al día siguiente, el celador que la había llevado hasta el quirófano me da la mala noticia. Lloré por Catalina en ese momento y mientras escribía su historia.

Es la vida, los momentos, estar donde estamos, hacer lo que hacemos…Parece estar escrito cómo, cuándo y dónde es nuestro último minuto.

Sin mencionar los factores de riesgo quirúrgicos y de anestesia de Catalina, quiero decir que estaba activa y lúcida, con expectativas de futuro, y una actitud positiva de aceptación y comprensión.

Deseo que quienes la querían la recuerden VIVA, en 5 minutos me pareció alguien que dio mucho. Que su familia y amigos hayan encontrado paz tras su marcha.

Me alegro de poder haberle hecho mi pequeño duelo…de haberle cogido la mano, de escucharla…

Me gusta pensar que está en un sitio mejor, como el resto de Catalinas que vivieron sus últimos días con las restricciones y desolación generadas para controlar la pandemia 2020-2021.

Autora: Mª Nieves Martín Alonso

COVID-19, enfermera de quirófano, enfermería quirúrgica, Relato

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