El Plan de Mejora Asistencial de Enfermería, realizado entre pacientes con esclerosis múliple tratados por vía subcutánea con acetato de glatiramero, desvela que la intensidad del dolor se puede minimizar, disminuyendo la profundidad del pinchazo en función del grosor del pliegue cutáneo de cada paciente. Cerca del 70% de los enfermos presenta dolor en la zona del pinchazo tras la administración del citado fármaco.
El acetato de glatiramero (COPAXONE) se administra a través de autoinyectores que permiten regular la profundidad de la aguja, evitándose así que toque la fascia muscular y reduciendo el dolor tras la inyección.
Para ello, según explica la enfermera María Jesús Díaz Gil, de la Unidad de Esclerosis Múltiple del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, “medimos el pliegue cutáneo de las zonas en las que el paciente se va a pinchar: brazo, muslo, abdomen y nalga, dos veces por cada una de ellas. Ajustamos las medidas y pautamos la profundidad del pinchazo”.
“En las zonas donde el pliegue cutáneo es inferior a 25 milímetros, la profundidad del pinchazo debe ser de entre 4 y 6 milímetros; y si supera los 50 milímetros, la profundidad recomendada es de 8 a 10 milímetros”, recoge este trabajo.
Con estas recomendaciones, el dolor se reduce hasta una puntuación de 3 en la escala EVA (dolor leve) y sucede después de 5 minutos de la inyección. Este dato es muy importante ya que, según afirma Díaz Gil, “siempre explicamos a los pacientes que es necesario un tiempo para que se adapten al fármaco, pero si sienten dolor cada vez que se pinchan, acaban desistiendo del tratamiento”.
María Jesús Díaz Gil ha presentado estos resultados en el XX Congreso de la SEDENE, que se ha celebrado recientemente en Barcelona, explicando que ya comenzaron a trasladar estos hallazgos a la práctica clínica. “Nuestro interés es ayudar a los pacientes a que acepten mejor el fármaco y se adapten más a él. Es decir, hacerles las cosas más sencillas”.
