Solo un niño más en nuestros parques

Lunes, 3 de octubre de 2016

por diariodicen.es

embarazo_doulasNo disponemos de estadísticas fiables del número de fetos que se pierden por el trastorno de la preeclampsia durante el transcurso de la gestación. Es un enemigo en muchos casos invisible que solo emerge cuando ya es demasiado tarde y no siempre se disponen de los medios necesarios ni de la educación preventiva suficiente como para descubrir anticipadamente sus síntomas. Por otra parte, ya hay dispositivos electrónicos, denominados “wearable”, que pueden monitorizar nuestras constantes vitales y activar alarmas al detectar valores anómalos o fuera de rango. ¿Por qué no hacer un poco de sanidad ficción?

No ha sido un buen día para Gemma. Desde que supo que estaba embarazada de su tercer hijo (el segundo había sido un aborto de 21 semanas) nada ha sido lo que esperaba. Con el embarazo llegó la diabetes y con ella la dichosa app del smartphone que le obligaba a tener un control diario del nivel de glucosa en sangre. Cualquier dulce a deshoras era tratado como una alarma por el aparatito y su matrona la mortificaba cada dos por tres con el tema.

El caso es que el embarazo seguía adelante normalmente, pero llegaba la semana 21, cuando perdió a su anterior bebé, y la nefasta experiencia volvía continuamente en su mente. Sabía que no tenía nada que ver, pero el caso es que cada vez que se ponía a pensar en ello más se asustaba y, aunque externamente no se notaba, su particular batalla interior seguía su curso.

Estaba en la cocina, un poco agitada, sí, pero tranquila cuando sonó la videollamada del móvil, contestó.

  • Hola, Gemma, soy Lidia, tu matrona del centro de salud Macarena 10. ¿Qué tal?, ¿cómo te encuentras hoy?
  • Bien —contestó con extrañeza.
  • Verás, Gemma, tu reloj inteligente ha activado el protocolo de prealerta y hemos detectado niveles anormales en el registro de la presión arterial y posiblemente un cuadro de ansiedad. ¿Te ha ocurrido algo esta mañana fuera de lo normal?, ¿has notado alguna hinchazón en la cara o alrededor de los ojos, o las manos?, ¿los pies o los tobillos se te ha hinchado excesivamente?
  • No… no nada —la extrañeza se convirtió instantáneamente en un mal presentimiento.
  • También está aquí Jorge, nuestro psicólogo asesor, por si quieres hablar con él por videocircuito cerrado.
  • No, si yo estoy bien, no me he notado nada y he pasado una buena noche —la conversación se transformó en un “cómo me quito a estos de encima, Dios mío”, “si yo estoy bien, no quiero que me toquen ¡dejadme en paz a mí y a mi niño!”.
  • Gemma, ¿nos permites acceder a los datos de tu faja de gestación wearable? Es solo por seguridad, ya sabes que no solemos llamar para preguntar solo por la familia. Nos gustaría realizarte unas pruebas y verificar el estado de tu niño. Es importante.

La última frase sonó lapidaria, por lo que no tuvo más remedio que sentarse y activar el modo “análisis” en su smartphone. Automáticamente los datos almacenados en su reloj, faja wearable, y la central de seguimiento de la casa realizaron un volcado de todos los valores almacenado en el ordenador central de Macarena 10. El algoritmo programado para estos casos tenía el resultado en 0,23 s.

El sistema detectó una actividad anómala en el cerebro que junto con la evolución del ritmo cardiaco, las trazas de paracetamol en sangre y los espasmos registrados como consecuencia posiblemente de los vómitos dieron un diagnóstico preventivo con un porcentaje de acierto del 85%.

  • Mira, Gemma, te voy a ser clara, no nos gusta el registro que obtenemos, podría ser un cuadro de preeclampsia, vamos a enviar a la unidad obstétrica móvil para un análisis en profundidad, ya sabes, un análisis de orina, sangre y una ecografía. Estará allí en 10 minutos. Hay una unidad móvil cerca de tu domicilio y se va a pasar a realizarte una revisión, no te preocupes por nada, la matrona se llama Ana y la conoces de tu primera visita a la consulta.

Se sentó en la silla plegable y comenzó a respirar agitadamente. Jorge, desde el centro de salud, la tranquilizó alternando ejercicios de respiración, técnicas de apoyo psicológico y confidencias más o menos personales. Cuando se quiso dar cuenta estaba en la unidad móvil estabilizada y totalmente controlada ella y su futuro bebé. Dado que no está claro por qué este trastorno les sucede a algunas mujeres y a otras no, y es posible que no haya una única explicación (genética, nutrición, ciertas enfermedades subyacentes o la manera en que el sistema inmunitario reacciona al embarazo), la única política a aplicar con resultados fiables es la preventiva y la monitorización continua parece un recurso adecuado.

Relojes y pulseras inteligentes que controlan las pulsaciones, el ejercicio físico e incluso las pautas del sueño; gafas conectadas a Internet y prendas de vestir con biosensores que permiten detectar la temperatura corporal, la glucosa en sangre, el ritmo cardiaco, el sudor y otras variables; cascos que permiten mover objetos con ondas cerebrales; termómetros conectados al móvil para realizar mediciones a bebés en la frente y el oído que envían las mediciones telemáticamente a los padres y gafas que avisan de la toma de medicación. Los wearable, la tecnología que se viste, y que está presente en textiles, relojes o en las gafas, pueden revolucionar la asistencia sanitaria y favorecer una medicina mucho más personalizada y preventiva, controlando a los pacientes no solo de forma puntual, sino permanente en el tiempo. Estos dispositivos, procedimientos y recursos están ya disponibles aunque hay que reorganizarlos y priorizarlos para que puedan dar los resultados deseados.

No tenemos datos estadísticos de los bebés que se han perdido por cuadros como el de Gemma en zonas con centros de Atención Primaria lejanos o citas ginecológicas dilatadas en el tiempo por falta de personal, pero ¿no se justificaría la inversión por sí sola si tuviéramos un niño más jugando en nuestros parques?, ¿aceleraríamos entonces los cambios necesarios para esta nueva sanidad ficción?, ¿nos arriesgaríamos a cambiar procedimientos, mentalidades y prioridades si el resultado fuera una sola vida más?

Fernández Aranda MI. Solo un niño más en nuestros parques. Metas Enferm abr 2016; 19(3): 77-78

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