Un chico especial, un golpe de mala suerte y ocho nudos en los cordones

Viernes, 7 de junio de 2019

por Alberto Luque

Salía de guardia y mi cabeza aún acompañaba a aquel chico… Eran las 18:30 de una tarde lluviosa cuando sonó la melodía del exorcista de nuevo, un aviso entraba en el teléfono que nos pone en marcha… “¡Un atropello en vía pública!”, dijo Rosa, la compañera técnico, con cara de preocupación.

Luces y sirenas de ambulancia nueva, recién estrenada días atrás, nos ponen en marcha a un pueblo cercano. Lluvia floja y constante, tráfico… Al llegar al lugar, un tumulto de personas y paraguas rodean a aquel chico delegado que está tumbado en decúbito lateral derecho y nos mira y nos habla “tengo frío”, repite a cada pregunta.

Revisión rápida de trauma y TCE en zona parieto-temporal derecha es el único hallazgo significativo más allá de alguna erosión en manos y rodillas. “Ha aparecido saltando de detrás de ese seto y nada he podido hacer para evitarlo”, nos comenta un chico joven que conducía aquel coche cuya luna delantera presenta el impacto de la cabeza. Iba despacio y lo ha visto volar…nervioso, triste y entre lágrimas relata un atropello a baja velocidad.

Glasgow de 15, pupilas medias e iguales que reaccionan ante la luz de la linterna, herida sangrante en la zona del impacto, sin deformidades, moviliza extremidades sin problema, no trauma tórax y abdomen blando. Collarín, movilización en bloque, al tablero con Dama de Elche para sujetar su cabeza y a la camilla.

Ya en la ambulancia revisión más en profundidad no evidencia otros hallazgos.“Tengo frío”, “¿Van mis gafas?” Vendaje, vías, paracetamol, suero caliente y calefacción que le hace entrar en calor y a nosotros sudar y sudar. Una cuidadora se acerca a la ambulancia y nos cuenta: se trata de un joven con déficit cognitivo ligero que vive en un centro especializado. Un chico alegre que siempre va saltando y saludando a todo con quien se tropieza… Un poco trasto, pero adorable. “¡Soy del Madrid!”, “¡Soy del Madrid!” repite entre risas, una vez el calor entra en su cuerpo y recupera su normalidad. “¡¡¿Viste el golazo?!!” Sonríe y habla de su vida, de su pueblo, sonríe y nos hace sonreír.

Al retirar sus zapatillas vemos que lleva ocho nudos en aquellos cordones de colores. ”Siempre me dicen que hay que sujetarlos bien para no pisármelos y caerme”. Iniciamos traslado con la sospecha de que ese trauma pudiese encerrar algo más que en ese momento no se hacía evidente, pero la inercia del golpe nos había puesto en alerta… Al llegar al hospital bostezos, y más bostezos…Algo empieza a ir mal…
Al pasarlo de nuestra camilla a la del hospital nos dice entre risas, “¡Venga chicos, moverme a la de tres, una…!” En un rato había aprendido que el que sujeta su cabeza manda y cuenta hasta tres antes de iniciar cualquier movimiento del paciente. Nos reímos y nos dimos un apretón de manos en la despedida… ¡Madrid,Madrid!…me grita al darme la vuelta. Paso rápido por box vital y directo al TAC que evidencia la hemorragia que ya intuíamos.

Esa misma tarde fue intervenido. A la mañana siguiente seguía estable dentro de la gravedad. Estoy deseando entrar de guardia para saber qué tal se encuentra. Estoy deseando algún día pasar por su pueblo para hacerle una visita en el centro y decirle que sí, yo también vi aquel golazo, pero sin duda él y su actitud alegre ante la vida tienen para mi mucho más valor que cualquier gol, que cualquier futbolista, por muy brillante que sea y aunque sólo lleve dos nudos en los cordones.

Estoy deseando volver a ese mar para escribir este post en forma de capítulo…<<Frente a ese mar sacudo emociones adheridas al uniforme en forma de estas lecciones aprendidas que estás leyendo>> Y así otra batalla y así una profesión.

Alberto Luque  

Para consultar la publicación original, puede acceder al siguiente enlace.

accidente, Ambulancia, equipo de emergencias, Guardia enfermera

¿Quieres comentar la noticia?

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

*
*