La enfermera Isabel Pomares, trabajadora desde hacía 15 años del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria, conocido por las siglas INGESA, ha vivido, en su propia piel, el trato de dejadez que muchos pacientes habían sufrido en el Hospital Universitario de Ceuta. El último fin de semana de junio, Isabel recurrió varias veces a este centro hospitalario con fuerte un dolor abdominal. La primera vez que acudió la dieron analgésicos, cogieron una muestra de orina y de sangre. Después, fue enviada a casa. Al volver el dolor, la enfermera decidió acudir a su centro de Atención Primaria, Jose Lafont, donde la suministraron Buscapina y regresó a casa.
El dolor no remitía, por lo que decidió acudir al Servicio de Urgencias del Hospital Universitario. Aquí fue donde por fin la diagnosticaron un cólico biliar mediante una ecografía. Pese a la gravedad de la situación y los dolores que Isabel estaba sufriendo, el hospital le informó de que el cirujano no podría operarla hasta dentro de diez días. Recordemos que el cólico biliar puede derivar en pancreatitis, y una complicación puede causar la muerte. Aunque fue ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), ese mismo día se le dio el alta y tuvo que regresar a casa. No fue hasta la tarde del día siguiente, cuando la enfermera regresó una vez más, con dolores fortísimos, al Servicio de Urgencias. Tras un “favor” por parte del hospital, alegando que ella “era de la casa”, según las declaraciones al diario PUEBLO, fue trasladada a planta en la noche del sábado al domingo. Fue la cirujana de urgencias la que, al observar a esta paciente, decidió operarla de inmediato ese mismo domingo.
Muchas veces, las situaciones a las que se enfrentan los pacientes, las horas de espera, la dejadez por parte de los hospitales, no son vistas de la misma manera por los trabajadores de los centros sanitarios. La odisea a la que se tuvo que enfrentar Isabel Pomares, la ha llevado a tomar medidas para que no se vuelva a repetir esta situación.
