A veces cuidar duele

Martes, 13 de noviembre de 2018

por Juan Carlos

Si hay algo que me van enseñando los años es que gran parte de las personas no llega a conocer lo que realmente realizamos los profesionales sanitarios; y sí, hablo de profesionales sanitarios, porque somos muchos los miembros del equipo los que en muchos momentos podemos sentir que “cuidar duele”.

Son incontables las situaciones en las que las propias personas a las que atiendo, o sus familias, me han dicho “yo no podría” o “no se cómo aguantáis”. Yo siempre digo que es nuestro trabajo, pero a veces, también, que cuidar duele. A ver, el sentimiento de ayudar a los demás supera de forma positiva a los sentimientos negativos, pero la realidad es que hay días en los que las situaciones llegan a lo más profundo de nuestro ser.

Recuerdo aún cómo un chico, hace unos años, con la misma edad que yo y tras haber sufrido un accidente, llegaba muy grave a la sala de críticos. Mientras lo atendía me preguntó: “¿Voy a morir?”.

Esa pregunta retumba aún muy adentro de mí, puesto que yo sabía que la situación era muy extrema y una lesión interna comprometía realmente su vida. Pero ¿sabéis lo peor? Que su pareja, igual de joven, esperaba sentada en el suelo, con una buena barriga que mostraba su embarazo bien avanzado.

Otras veces, y sin buscarlo, encuentras a una persona con la que conectas, que te mira a los ojos y te llega igual que tú le llegas a ella. Cuidar llena y hace que te sientas bien por conseguir que la gente confíe, que sea capaz de abrirse y compartir no solo su sufrimiento físico, si no también sus vivencias y sus preocupaciones emocionales. Al hablar de esto no puedo evitar acordarme de un chico que me contaba cómo un año antes el era como yo, pensando en dónde irse de viaje, en hacer planes y en el futuro. Un día empezó a encontrarse mal, fue al médico y empezaron pruebas y más pruebas, hasta que le dijeron que tenía cáncer y su vida entró en un mundo de hospitales, pruebas y una incertidumbre que solo le dejaba pensar en cuál tocaría mañana.

Siempre digo que lo más duro de nuestro trabajo no es ver sangre, ver cosas fuertes, lo peor son las situaciones que vivimos, ver sufrir a la gente, sentir su dolor, aguantar las lágrimas, vivir su propio dolor y el de su familia, sentir su mirada de desesperación, su miedo…

Con los años uno (por auténtica necesidad) tiene que aprender a gestionar todas estas emociones, todos estos sentimientos para que cuidar duela menos, y hacer que esa gran labor que realizamos, ese efecto positivo que causamos en los demás, domine nuestros propios sentimientos, nuestras propias emociones.

Nuestro trabajo no es solo pinchar, no es solo realizar técnicas, no es solo encargarnos de la higiene, de curar o de poner medicación. Cuidar es mucho más.

Juan Carlos Miranda – Enfermero de urgencias

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