Al barro, que ya iba tocando…

Martes, 12 de febrero de 2019

por Irene Fernández

Suelo servirme de ejemplos para explicar muchas cosas que me rodean, es mucho más sencillo que dar teoría a secas, y algo que nos rodea sí o sí son los móviles. No creo que a nadie le cueste entenderme cuando digo, lo suelo usar, que nací sin varias aplicaciones en mi cabeza. Os hago la lista de las que me faltan por completo:

  • El GPS.
  • La agenda que te avisa de los cumpleaños.
  • Alguna que tenga que ver con el orden.

Venga, haced reflexión, ¿sois perfectos? ¿Admitís que os falta alguna?

Hay veces que algunas aplicaciones con las que sí nací se me descalibran y tengo que resetearlas porque me dan problemas:

  • Mi nivel de batería (que viene a ser la intensidad con la que a veces me tomo las cosas).
  • Mi linterna (porque a veces voy a ciegas y sin frenos cuando me arranco).

Pero en lo que yo nunca había reparado y hoy sí lo voy a hacer (que me perdone Dios) es que puede que cuando yo considero que alguien nació sin alguna aplicación más bien sea que la suya sea Android y la mía IOS.

Me explico, para ser más claritos. Vamos a hablar de la aplicación “Ser justos”.

Y os pongo un ejemplo por poner.

Imaginad que en el servicio en el que trabajo se obliga a hacer un curso para el personal de enfermería en dos días, con la premisa que debe ser en los días libres sí o sí. Imaginad que te apuntas los días que puedes y asistes al curso, que ya te “jode” perder tus amados y escasos “L” en volver al hospital, pero eres un corderito y ni te lo piensas (quizás porque el día que te apuntaste la linterna no la tenías funcionando).

Cuando te quieres dar cuenta, ese mismo curso lo han hecho compañeros tuyos en su jornada de trabajo porque quien dictó las premisas anteriores sobre la marcha estima que sí pueden salir “algunos” y así no perder sus días libres.

Y es ahí cuando mi sistema operativo se calienta y mi aplicación de “Ser justo” se activa con un pitido de lo más molesto en mis oídos. Pero como a quien dictó las normas ya le voy conociendo, no me hace falta preguntarle para escuchar su respuesta, me imagino que sería algo parecido a esto (conste en acta que me lo saco de la manga, pero algo me dice que van por ahí los tiros): “¿No te puedes alegrar porque tus compañeros no tengan que perder sus días libres como has hecho tú?”.

Y sí, podría, pero yo soy IOS y tú ANDROID. Y es ahí donde me quiero quedar y hacer mi reflexión. Quizás sí que sea justo y yo no sea capaz de verlo porque mi sistema y el suyo son enemigos íntimos y están diseñados para elegir lo contrario, y, por muchas vueltas que le demos, no nacimos para entendernos. Quizás donde yo veo carencia es diferencia.

¿Se me ha entendido? ¿Qué opináis? ¿Sois IOS? ¿Android? ¿Os falta alguna aplicación a vosotros o a los que os rodean?

Después de este ejercicio de reflexión para calmar las alarmas de mi móvil mental y seguir mi día a día feliz y cordera, me quedo con dos conclusiones:

  • ¿Por qué no inventan una aplicación “Ser justos” objetiva y nos las descargan gratuitamente a todos para hacernos la vida más fácil?
  • La próxima vez reviso mi linterna antes de apuntarme a nada (si ya lo barruntaba la Nightingale…).

Irene Ferb – Soy enfermera y me enfermo cada vez que lo pienso

Para consultar la publicación original, puede acceder al siguiente enlace.

aplicaciones, enfermería

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