La residencia para personas adultas con discapacidad y alto grado de afectación del Hogar San Juan de Dios de Granada ha querido poner en valor, en una nota de prensa, la labor de las personas cuidadoras como pilares fundamentales para este colectivo. Según el equipo de profesionales del centro, son principalmente las familias las encargadas del cuidado de estos pacientes.
A pesar de ello, la dedicación y la vigilancia constante de la salud de los afectados, su evolución y su bienestar físico y emocional suponen un “importante elemento de desazón” para las personas cuidadoras, dando lugar a una repercusión directa en la normalidad diaria en aspectos tan relevantes como su propio estado emocional, su descanso, las relaciones sociales o la actividad laboral, entre otros.
Almudena Navarro, responsable de la residencia, ha querido poner de manifiesto, en el mencionado comunicado, que “las necesidades más complejas se dan cuando una persona que tiene discapacidad necesita apoyo de su entorno para realizar desde las actividades sociales más cotidianas de la vida diaria hasta las más básicas y esenciales en el ser humano, como pueden ser el comer, el aseo personal o la capacidad de comunicación”.
En este sentido, las personas cuidadoras son aquellas que dedican el grueso de su actividad diaria a la atención de personas con dependencias o discapacidades permanentes; una labor que, en muchos casos, se prolonga en el tiempo. “Aspectos tan importantes como el bienestar emocional y psicológico de sus familiares ante sus limitaciones, que sientan que forman parte de su entorno, participar en el mismo y poder colaborar; o aspectos biológicos básicos, como el control de hábitos saludables que contribuyan a una correcta higiene, alimentación o calidad del sueño, entre otros muchos, son preocupaciones con las que conviven a diario los cuidadores”, explican Navarro. “Por eso, el apoyo y la ayuda profesional no solo deben centrarse en la persona con discapacidad, sino también en sus personas cuidadoras, para poder ofrecerles ese respiro familiar y ese ámbito de sosiego que tanto necesitan”.
La residencia para personas adultas con discapacidad y alto grado de afectación del Hogar San Juan de dios surge como un apoyo a las familias, ofreciendo una atención integral a la persona con discapacidad psíquica o psicofísica, como medio para alcanzar su inserción en la sociedad, en la medida de sus posibilidades, características y potencialidades, así como a su familia, basándose en los principios de integración y normalización, informan.
Para ello, se atienden tres aspectos básicos de la personalidad, como son el individual, el sociofamiliar y el espiritual. “Ponemos a disposición de estas familias un equipo multidisciplinar de profesionales asistenciales y de enfermería cuyo objetivo es fomentar y mantener la mayor autonomía posible del usuario y unos hábitos de vida saludables, asegurando controles de salud con Atención Primaria y controles desde salud mental”, apunta el personal del centro. “Además, los cuidadores cuentan con el apoyo de nuestra trabajadora social, cuyo principal cometido es respaldarlos en su situación y darles soporte en la gestión de recursos, un aspecto no menos importante”.
Esta residencia se define, señalan desde el Hogar Social, como un espacio de alojamiento y actividad en el que destaca el compromiso de todos los profesionales para que los usuarios se desarrollen como personas, mediante la puesta en marcha de una serie de programas individualizados en los que se potencian sus capacidades, necesidades e inquietudes, basándose en sus características individuales, y siempre bajo el prisma del respeto a su individualidad, dignidad humana y valores éticos. “Intentamos que ellos realmente sientan este hogar de San Juan de Dios como su hogar, donde forman parte de una pequeña familia en la que son muy queridos y donde aún tienen mucho que aportar”, subraya Navarro. “Todos los días hay un intercambio de aprendizaje entre ellos y nosotros, los profesionales. Como centro y como equipo avanzamos de su mano”.