Un grupo de enfermeras de Atención Primaria de la Asociación de Enfermería Familiar y Comunitaria de Cataluña (AIFiCC) ha realizado un estudio sobre la sensibilidad a la violencia de género y maltrato, y si hay discriminación según el origen étnico-racial ante este tipo de violencia.
“La violencia de género es un problema de salud pública. Y, en este sentido, cabe decir que enfermería tiene un papel importante en la prevención, detección y tratamiento de los problemas de salud y especialmente, en la atención primaria que es una puerta de entrada accesible por las víctimas.
De hecho, varios estudios han concluido que la formación en género aumenta el grado de sensibilidad y disminuyen la tolerancia ante situaciones de violencia” explican las enfermeras de AIFiCC Sofia Dinis y Maite Martínez.
Estudio sobre maltrato
El estudio se realizó entre el personal de enfermería del CAP Horts de Miró de Reus. La edad media de las participantes fue de 42,7 años, el 86,7% mujeres. Sólo el 56% conoce el protocolo de actuación sanitaria y el 93,3% desconoce escalas de cribado de violencia de género. Sólo un 13,3% dice haber recibido formación específica y fueron varones. El 60% está de acuerdo en preguntar sobre maltrato únicamente si existen sospechas, aunque sólo el 26,7% afirma conocer los indicadores de sospecha y el 53,3% los signos y síntomas.
En los casos expuestos en la encuesta se detectan diferencias de percepción y actuación en el mismo caso según origen étnico-racial, por lo que un 60% activaría el protocolo para empoderar a la víctima mientras que un 40% no. En el resto de los casos no se encuentran diferencias significativas ni tampoco según sexo.
El 100% del equipo de Atención Primaria estuvo de acuerdo en que la sospecha de maltrato debía constar en la historia clínica de la paciente, y todo el equipo estuvo de acuerdo en que es necesaria la actualización en formación sobre violencia de género.
Para Maite Martínez enfermera atención primaria e investigadora principal del estudio “los resultados nos muestran que no se conocen las escalas de cribado ni el protocolo de actuación en la mitad de los casos y que existe discreta tolerancia y discriminación étnico-racial frente a la violencia de género. Por eso, entendemos que es necesaria la actualización de los protocolos de actuación y de formación sobre violencia de género para reducir la tolerancia y sensibilizar independientemente del grupo étnico-racial. Sería conveniente incorporar a la práctica habitual la escalera de cribado a todas las mujeres al igual que se hace con otros problemas de salud”.
