“He aprendido que, al igual que en el arbitraje, mis decisiones como enfermera no les van a gustar a todos por igual, que todo el mundo debe tener las mismas reglas y yo tengo que ser lo más justa posible”

Lunes, 29 de marzo de 2021

por diariodicen.es

Inmaculada Jurado es enfermera y, hasta la temporada pasada, fue árbitro de baloncesto en la Liga Española de Baloncesto Aficionado (EBA). Nos atiende para hablar de su carrera en el arbitraje, de los motivos que la llevaron a dejar esa faceta y de cómo compatibilizada las dos disciplinas.

Pregunta: ¿Por qué se decantó primero, por la enfermería o por el arbitraje?

Respuesta: Desde que tengo uso de razón, tenía claro que quería dedicarme a un trabajo donde pudiese ayudar, curar y cuidar a todo aquel que lo necesitase. Aunque aún no me definía por la rama de la sanidad a la que me dedicaría, estaba claro que mi futuro estaría ligado al mundo sanitario. Mi sueño era irme a Médicos Sin Fronteras para poder salvar al tercer mundo de las enfermedades y de las muertes que lo azotan. Pero me di cuenta de que un poco más cerca de mí también había gente que necesitaba de nuestro cuidado.

P.: ¿Cómo comenzó su carrera en el mundo del arbitraje? ¿Cuál ha sido su trayectoria?

R.: Mi vida siempre ha estado vinculada al mundo del deporte, y en especial el baloncesto ha sido mi pasión. Desde pequeña he jugado en el equipo de mi pueblo, y cuando ya no había equipo de mi categoría, intenté ser entrenadora. Empecé mi carrera de Enfermería en Córdoba, y aunque entrené algunos meses con un equipo, pensé que les quitaría mucho tiempo a mis estudios y decidí centrarme en ellos. Entonces conocí a un primo lejano que era árbitro y me enseñó ese mundo peculiar. Empecé siendo oficial de mesa, luego pasé a ser árbitro de pista porque quería vivir aún más de cerca el baloncesto, y, cuando me di cuenta, habían pasado 16 años; a mis espaldas quedaban una Liga Andaluza y una Nacional y ya llevaba siete temporadas arbitrando en Liga EBA.

P.: ¿Por qué se decidió a dejar el arbitraje y centrarse únicamente en su labor de enfermera?

R.: Para mí el arbitraje siempre ha sido una afición, una actividad que me ayudaba a desconectar, donde pasaba unos momentos inolvidables, donde he conocido gente maravillosa y que, además, me ha ayudado a superar duros momentos de mi vida personal. Cuando se está a ciertos niveles, hay una debida exigencia y unos mínimos que cumplir, y, por lo tanto, las horas que le tienes que dedicar a entrenamientos, vídeos, exámenes, reuniones… es mucho mayor al que le dedicas a una afición. Yo soy muy exigente conmigo misma y si hago algo, lo hago con pasión y siempre intento dar lo mejor de mí. Desde que soy supervisora, hace ya cuatro años, se me hacía difícil sacar todo el tiempo que yo quería para el arbitraje y sentía como si no diese el 100% ni como enfermera ni como árbitro, y lo que antes era una diversión para mí se convertía a veces en una obligación. Yo tenía muy claro desde que empecé que dejaría el arbitraje cuando dejase de divertirme en la pista, y aunque me costó reconocerlo, comprendí que ese momento había llegado.

P.: ¿Volvería a arbitrar?

R.: Quien me conoce sabe que la decisión de dejar el arbitraje ha sido una decisión muy reflexionada y tomarla me ha llevado varias temporadas porque cuando la tomase no habría vuelta atrás. No quería arrepentirme al día siguiente de mi decisión, o no quería echar tanto de menos el arbitraje que no me dejase seguir abriendo puertas en otros objetivos, como por ejemplo mi doctorado.

Ya dije en mi carta de despedida que desde que pasé la línea y me convertí en juez de pista siempre vería el baloncesto a través de los ojos de un árbitro, y quizás, el día de mañana, vuelva a vincularme al baloncesto de una manera u otra. El futuro nadie lo conoce.

P.: Mientras ejercía en estas dos facetas, ¿cómo compatibilizaba el arbitraje y la enfermería?

R.: Por suerte mi trabajo me ha permitido, en general, poder compatibilizar mis dos facetas sin ningún problema, pero si es cierto que se necesita sacrificio. ¿Y qué sacrificas? Pues sacrificas horas de estar con tu familia, de estar con tus amigos, de irte de vacaciones… para poder entrenar, ir a campeonatos, asistir a las reuniones y hacer largos viajes hasta llegar a la ciudad donde te toca arbitrar esa semana. Aunque es cierto que había meses de mi vida en la que solo existía el trabajo y el arbitraje, y que me he podido perder otras cosas, era feliz y no me pesaba, porque era lo que yo había decidido y lo que me gustaba hacer.

P.: Según su experiencia, ¿qué le ha aportado una disciplina como esa a la hora de ejercer la enfermería?

R.: Me ha aportado mucho, sobre todo cuando he sido supervisora. He aprendido que, al igual que en el arbitraje, mis decisiones no les van a gustar a todos por igual, que todos deben tener las mismas reglas y yo tengo que ser lo más justa posible. Que no puedo llevarme los problemas de cada uno a mi casa y hacerlos míos porque eso me impide ejercer bien mi trabajo y, sobre todo que, aunque des lo mejor de ti e intentes hacerlo lo mejor que sabes, no siempre te traerá un sentimiento de satisfacción.

P.: Y, por el contrario, ¿cómo le han ayudado sus conocimientos enfermeros a la hora de arbitrar?

R.: Principalmente me ayudaron a ser asertiva. Es algo que siempre nos han dicho nuestros tutores: “El reglamento hay que cumplirlo, la mecánica está ahí para ayudarnos, pero ningún partido es igual a otro, ninguna situación es igual a la otra y no siempre los jugadores reaccionan de la misma manera ante una misma decisión porque somos humanos. Hay que saber leer el partido y ponerse en el lugar del otro antes de tomar decisiones importantes”. En el mundo sanitario, ningún paciente es igual a otro, cada uno lleva su enfermedad a su manera y nunca sabes cómo puede reaccionar antes una mala noticia. En algunos casos lo mejor es escuchar, estar ahí y simplemente comprender en silencio, igual que en el arbitraje.

P.: En este sentido, ¿se relacionan, de alguna manera, estas dos disciplinas?

R.: Se relacionan mucho más de los que parece a simple vista. Yo no he visto dos disciplinas que sean más vocacionales que las profesiones sanitarias y el arbitraje.

Ambas son tan gratas y satisfactorias como duras. No conozco a nadie que se vista de árbitro, salga a la pista y exponga sus decisiones a todo tipo de comentarios y críticas desde el momento que pisa el campo si no lo hace por vocación, ni a ningún enfermero que se levante para ir y darlo todo en su trabajo, aun sabiendo que a veces será duro y que no siempre el final es el que todos desearíamos. Recuerdo unas palabras de mi quería profesora Carmen Blasco en el primer día que pisé la escuela de Enfermería: “Si estáis en esta carrera porque creéis que es fácil, os equivocáis, si pensáis que tres años son poco tiempo, discrepo, pero si estáis aquí porque encontraréis trabajo rápido, os estáis equivocando totalmente de profesión”. No todas las personas sirven para ser enfermeras y tampoco todas las personas sirven para ser árbitros.

P.: El deporte entraña una serie de riesgos, como lesiones, por ejemplo, ¿ha tenido que aplicar sus conocimientos como enfermero durante algún partido?

R.: Por suerte la Liga EBA obliga a que en todos los partidos haya un médico y prácticamente todos los equipos tienen sus propios fisioterapeutas y médicos, por lo que yo puedo estar tranquila y dedicarme solo a arbitrar, pero sí que, en partidos de provincial, y otras categorías y en campeonatos de Andalucía, he podido ejercer con gusto y cariño mi profesión de enfermera, pero por suerte siempre ha quedado en unas lágrimas de un niño y unas palabras, de “venga campeón que eso no es nada”. A veces los padres, familiares y el público en general nos ven como un “ente” que está ahí para intentar poner orden pero que somos más parecidos a máquinas que a personas. A mí me gustaba, sobre todo en categorías de formación, sacar mi faceta más humana, intentar enseñar y, sobre todo, ayudar o curar cuando hiciese falta. Sin pretenderlo y sin darme cuenta, quizás hice que me viesen como “Inma Jurado” en su totalidad, con todas sus facetas, sus defectos y sus virtudes, no como simplemente, “Inma Jurado la árbitra”.

P.: ¿Cuáles son sus recomendaciones para una práctica saludable de deporte?

R.: Creo que el deporte es saludable per se, tanto para la mente como para nuestro cuerpo, todas las personas deberían practicar deporte dentro de sus posibilidades y dentro de sus propios gustos. Creo que no soy nadie para hacer recomendaciones más allá de llevar una alimentación equilibrada y adecuada para la actividad que se practica y, sobre todo, hacer descansos necesarios para poder seguir mejorando. Saber y tener claro, que, aunque nada es imposible, tenemos nuestras propias limitaciones, de esa manera no nos pondremos objetivos que no podemos cumplir y eso nos lleve a una frustración y a una posible lesión. Que el deporte es divertido, solo hay que encontrar un deporte que te guste, dejarte llevar y disfrutarlo “a tope”.

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