75º aniversario del Día de la Victoria en Europa: La enfermería en la Segunda Guerra Mundial (I)

Viernes, 8 de mayo de 2020

por diariodicen.es

El 8 de mayo se celebra el Día de la Victoria en Europa; este año se cumplen 75 de la rendición de la Alemania, lo que puso fin a la Segunda Guerra Mundial, el mayor conflicto bélico de la historia, que se desarrolló hasta 1945, en el continente. El 1 de septiembre de 1939 el ejército nazi de Hitler invadió Polonia, dando comienzo a una conflagración que enfrentó a las potencias del bando Aliado y las del Eje en Europa, África y Asia, hasta la toma de Berlín y la rendición de Japón, seis años después, tras la entrada del ejército soviético y los bombardeos atómicos de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, respectivamente. Esta guerra ha sido estudiada desde numerosos puntos de vista por sus implicaciones en todos los ámbitos, pero ¿cuál fue el papel de las enfermeras durante el conflicto?

Contexto histórico: los avances sanitarios de las guerras mundiales

“El pistoletazo de salida se da con Florence Nightingale en Crimea, al cambiarse todas las instalaciones y los espacios dedicados al cuidado. Además, hay otros elementos que se van modificando en los pródromos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) que continúan en el 39”, afirma Francisco Javier Castro, enfermero de Salud Mental, profesor de la Escuela de Enfermería Nuestra Señora de Candelaria (Universidad de La Laguna) y director de la Asociación Canaria de Historia de la Profesión Enfermera. “El tratamiento en el campo de batalla, los hospitales de sangre, que aparecen en la primera y se retoman en la Segunda Guerra Mundial, el papel del camillero… Ese primer abordaje de batalla”. Entre estos elementos, Castro destaca el acercamiento de los hospitales, que se convierten en el primer centro que presta asistencia a los heridos, y donde el papel de la enfermera es fundamental, “porque está ahí a pie de cama o de camilla, intentando, de alguna manera, sobrellevar la situación del paciente”.

De dicho acercamiento, explica este enfermero, existe un preámbulo con Marie Curie y los petites curies, los pequeños aparatos de rayos que va a llevar la propia premio Nobel por todo el campo de batalla; “una de las causas de su muerte es su implicación porque, aunque manejaba estos dispositivos, a veces desarrollaba actividades como enfermera, como cuidadora. Gracias a ella se llegó a saber si muchas heridas tenían metralla, porque antes se cerraban directamente, con lo que a la larga se complicaban”. También aparece la férula de Thomas, la cual se descubre en 1917, “que alivia la vida de muchísimos soldados heridos, sobre todo aquellos con traumatismos importantes”. O el tratamiento de las quemaduras, que a partir de la Segunda Guerra Mundial va a ser mucho más científico, las transfusiones de sangre, “en las que la enfermera jugó un papel importante en los pequeños hospitales de los campos de batalla, en donde se hacían las primeras transfusiones, (además, se descubre el sustrato de sodio, que permite realizarlas sin necesidad de que sean de persona a persona)”, toda la cirugía general y la anestesia… O los puestos de atención médica avanzada, que surgen en el ejército británico, espacios sanitarios a pie de campo. “Incluso la medicina aeronáutica, con las famosas Flying Nightingales”, concluye.

La labor enfermera en el conflicto

“Creo que la figura de la enfermera fue fundamental, sobre todo para prestar cuidados en el primer momento directamente al herido. Ya lo fue en la Primera Guerra Mundial y sigue en la segunda, con un despliegue colosal de medios humanos y materiales”, continúa Castro. Como ejemplo, comenta, hay que tener en cuenta que el ejército británico crea el Real Cuerpo de Enfermeras, que fueron las que estuvieron “a pie de camilla en los puestos sanitarios avanzados”, donde se buscaba atender in situ. Hay que hablar, explica, de la labor de las enfermeras militares, que cuentan con una buena formación, una buena práctica y una experiencia importante, “y la voluntad de ayudar. Además, se suma la intervención de la Cruz Roja”.

Asimismo, “se debe tener presente que esta guerra bebe mucho de la Guerra Civil española. España es el laboratorio de lo que va a ser el enfrentamiento directo de dos formas de pensar: la soviética y la capitalista”. Este conflicto fue clave incluso desde el punto de vista de la organización sanitaria, afirma este enfermero. “Nunca la enfermería había llegado, en el mundo, a un nivel tan alto como en la Segunda República. No la estoy defendiendo, pero se quedó atrás el vínculo a la religión y se dio paso a una profesionalización hecha y derecha”.

Hubo muchas enfermeras que participaron en la Segunda Guerra Mundial, y tuvieron diversos papeles. De entre todos los nombres se puede destacar el de Andrée de Jongh, que se alista en 1940 y forma parte de la Cruz Roja belga, es destinada a un hospital militar en Brujas, y allí comienza a atender a gente directamente implicada en la contienda. “Las enfermeras belgas voluntarias asisten a los soldados británicos y belgas, sobre todo, después de Dunkerque, y aparece esa actividad frenética que busca ayudar por todos los medios a esta gente”. Además, de Jongh llega a fundar el Comet Line, “la denominada ‘línea de la libertad’, una organización que, desde 1940 hasta 1944, buscaba hacer retornar a muchos pilotos que habían sido derribados”. Otras muchas enfermeras intervinieron en el conflicto, como Susan Travers, Sofía Casanova, Augusta Chiwy, Lise Borsum, Virginia Hall, Violeta Szabo, Lilian Gutteridge o Elsie Ott. También destaca la enfermera Carla Kristensen, una mujer que relata la vocación que tiene como profesional en Dinamarca. “La Cruz Roja busca voluntarias a las que intenta formar como enfermeras” y ella describe su proceso de instrucción, cómo se lleva a cabo el procedimiento de selección, cómo se intenta buscar un perfil adecuado, cómo debido a la necesidad se elegía de forma apremiante, refiere.

Castro explica que igual que durante la Primera Guerra Mundial existió la figura de las VAD, enfermeras voluntarias, durante la segunda surgió otro papel: el de la espía, “que se disfraza de enfermera para poder obtener información. No es profesional, aprende con un curso rápido de formación, y de la misma forma que estuvo presente durante la guerra del 14 con aquella figura, vemos aquí esa labor de prestar cuidados, porque lo que prima es la necesidad”.

Por otra parte, en el bando de las potencias del Eje, las enfermeras tuvieron asimismo una labor importante. “Los nazis consideraban a los noruegos como una de las secciones más puras de la raza aria, y llegaron a crear granjas para poder, de alguna forma, producir niños”. Según expone Castro se obligaba a las mujeres con estas características a tener relaciones sexuales con oficiales de las SS, y “los que nacían eran arrebatados y atendidos directamente en estos espacios en Noruega, custodiados y gestionados por enfermeras afines al Tercer Reich”. Además, cientos de mujeres se convirtieron en auxiliares, detalla, que cuidaban no solo los campos de concentración sino que se las formaba para “trabajar en hospitales, fábricas… La mujer en Alemania jugó un papel fundamental, fue la que volvió a hacer que el país funcionara tras la guerra”.

Las Flying Nightingales

Las Flying Nightingales son un cuerpo de enfermeras que se crea durante esta guerra, son las profesionales destinadas a las ambulancias aéreas, las encargadas de las evacuaciones. “Durante la primera no existe un uso del avión, hay zepelines, otras formas de conquistar el mundo aéreo; posteriormente, los aeroplanos juegan un papel importantísimo, no solo como arma, sino también como mecanismo de escape, como ambulancias. A lo largo de la segunda existieron ambulancias terrestres, también trenes, barcos y aéreas, lo que constituye una innovación importante”.

El objetivo principal de las Flying Nightingales era salvar soldados heridos que estaban en los campos de batalla y a los que había que trasladar a sitios más seguros donde pudieran resolver su dolencia. “Parten con unas 200 enfermeras, que son las que van a conformar la primera unidad de ambulancias aéreas. Es una modalidad nueva que opera bajo el Comando de Transportes británico, y formaban un total de 46 grupos”. Socorren a los soldados que están combatiendo en terreno francés y a los que hay que evacuar hacia Inglaterra. “Se las ve como heroínas, las heroínas de los cielos. Las verdaderas cuidadoras de los cielos”, destaca Castro.

“Hay pocos nombres investigados de estas enfermeras, se debe profundizar más”, subraya. Se conocen algunos, como Lilian West, que fue de las primeras en ambulancias aéreas, Lydia Alford o Edna Birkbeck. “Empiezan en edades muy tempranas, y se convierten en enfermeras de orden de las Fuerzas Aéreas Auxiliares de Mujeres”, cuya labor consistía, asimismo, en atender a pacientes con miembros amputados, cortes, huesos rotos, traumatismos craneales… “Buscaban básicamente ese tipo de intervención”.

“Las Flying Nightingales son importantes, además, porque en la Primera Guerra Mundial no hay aviones, y en la segunda se da una conquista del mundo aéreo, como prueban los bombardeos de la ciudad de Londres”. El avión se convierte, por tanto, en un arma letal, explica, pero también en un medio por el que se intenta salvar vidas. Los hospitales se encuentran en el Reino Unido y la contienda bélica se esta desarrollando en territorio francés, belga u holandés. “Ellas sacan de esas zonas a los heridos, hacia áreas en las que los soldados pueden recuperarse”, concluye.

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