Micropigmentación mamaria: una iniciativa para olvidar el cáncer de mama

Jueves, 13 de septiembre de 2018

por Natalia Hernández Manjón

Cristina Gutiérrez trabajaba como enfermera de la Unidad de Cáncer de Mama del Hospital Regional de Málaga, donde atendía a decenas de mujeres que pasaban por la dura enfermedad. Esta profesional sanitaria se dio cuenta de que, tras enfrentarse al cáncer, a las cirugías y a los tratamientos, las pacientes no se sentían bien y el proceso no estaba completo. Así surgió la idea de este nuevo proyecto que les iba a aportar mucho beneficio: la nueva consulta de micropigmentación, con la que podrían finalizar el proceso y hacer que las pacientes pudieran cerrar esta dura etapa.

Un día te levantas, te encuentras mal y decides ir al médico. Después de pasar mucho tiempo allí y soportar decenas de pruebas, escuchas una noticia que te deja sin aire, dejas de pensar por unos segundos y luego te das cuenta de que lo tienes que asimilar, hacerle frente y luchar para acabar con él. Cada caso es diferente, pero en la mayoría de ellos, el cáncer de mama no termina con una operación, no solo deja una marca física, sino que las pacientes acaban con muchos miedos, complejos y vergüenzas. El cáncer de mama comienza en el tejido mamario y es uno de los más comunes, llegando a diagnosticarse en España cada año unos 15.000 casos y siendo la primera causa de muerte por cáncer en mujeres, por delante del cáncer de pulmón.

Aunque los signos pueden ser distintos en cada persona, el diagnóstico siempre es muy duro, así lo afirma Cristina Gutiérrez, enfermera de la Unidad de Mama del Hospital Regional de Málaga. “Las pacientes tienen que enfrentarse no solo a la enfermedad, con los miedos e incertidumbre que eso genera, sino también a cirugías, a tratamientos de quimioterapia y/o radioterapia, con todos los efectos secundarios que derivan de ellos. Es un proceso largo que acaba alterando el día a día de la paciente”. Esta enfermera ya formaba parte del equipo de la unidad cuando surgió la necesidad de crear una nueva consulta que pudiera solventar todas las necesidades de las pacientes que pasaban por este duro proceso, y ella misma sabía que el nuevo proyecto les iba a aportar mucho beneficio.

Cristina Gutiérrez trabajaba como enfermera de la Unidad de Cáncer de Mama
Foto | Cristina Rodríguez

Tanto Cristina como su compañera trabajan en la Consultas de Patología Mamaria, desde donde se diagnostica el cáncer de mama y se realiza el seguimiento de las pacientes. Es desde estas consultas desde donde se programa la cirugía como parte del tratamiento, en la que muchos casos es necesaria la masectomía. Se trata de una operación que deja muchas secuelas en las pacientes, que se encuentran con su cuerpo diferente al despertar. En la consulta llevaban a cabo las tareas enfermeras propiamente dichas: las curas y el seguimiento postquirúrgico donde valoraban las heridas, controlaban las apariciones de signos de infección, revisaban los drenajes y resolvían las dudas que tenían estas mujeres en cuanto a cuidados de heridas tras la cirugía. También realizaban la consulta de cirugía plástica, donde se reconstruía la mama una vez que la enfermedad se había curado. Este proceso consistía en dar volumen y forma a la mama y cuando la técnica lo permitía y la paciente estaba de acuerdo, se podía hacer la reconstrucción del pezón en quirófano.

Las pacientes de esta unidad llegaban hasta esta última etapa, pero Cristina se dio cuenta de que el proceso no estaba completo: “a las mujeres les faltaba la parte que más caracteriza una mama, el complejo areola-pezón”, explica. Esta enfermera recuerda cómo había pacientes que, tras pasar todo el proceso, continuaban viviendo con numerosos complejos. “Una paciente me contaba que ella tenía por costumbre bañarse con su hija en casa. Cuando le realizaron la masectomía dejó de hacerlo. Incluso con su mama ya reconstruida no se atrevía a que su hija la viera, ya que decía que le iba a notar que no tenía la areola y le iba a hacer preguntas” o también testimonios de mujeres que se cambiaban de vestuarios o a escondidas en el gimnasio por miedo a que les vieran y les notaran que les faltaba. Fue así como surgió la idea de la nueva consulta.

La consulta de micropigmentación

Esta nueva técnica consiste en la implantación de pigmentos a nivel subepidérmico, gracias a esto las pacientes pueden finalizar todo el proceso de reconstrucción mamaria. A través de la micropigmentación se le da color a la areola, y en caso de no tener realizada la reconstrucción de pezón se llevará a cabo también la micropigmentación de este con un efecto de tres dimensiones; de este modo, parece que tiene relieve.

Cristina Gutiérrez está al frente de esta nueva consulta; para poder desarrollarla se necesita estar formado en la técnica de micropigmentación mediante los cursos pertinentes. En esta tarea el profesional enfermero forma parte de todo el proceso, “cuando las pacientes ya han terminado la reconstrucción mamaria por parte de cirugía plástica son derivadas a la consulta de Enfermería de Micropigmentación”, explica.

Fases de la técnica

Una vez ya dentro de la consulta, las enfermeras realizan tres visitas distintas: en la primera se hace una revisión de la historia clínica, se efectúa una valoración, se explora la zona a micropigmentar y se explica la técnica a las pacientes resolviendo sus dudas y miedos; en la segunda se lleva a cabo la prueba propiamente dicha, donde se le da el efecto 3D con el que se consigue dar sensación de relieve al pezón creando un efecto óptico. “Lo primero que hacemos es realizar un diseño, se busca el tono y el color más parecidos al de su areola sana mediante la mezcla de los pigmentos. También se tienen en cuenta la simetrización y la forma y tamaño de la sana, todo ello se dibuja en la zona a tratar. Además, en todo momento la paciente participa en este proceso, teniéndose en cuenta su opinión, se rectifica el diseño cuantas veces sea necesario hasta conseguir el resultado esperado”, relata esta enfermera.

La última de las visitas es la de repaso, en la que tras uno o dos meses desde el desarrollo de la técnica se les cita para comprobar que la cobertura de los pigmentos es la correcta; de no ser así se repite la micropigmentación solo en aquellas zonas que lo precisen, apunta Cristina. A pesar del temor, son muchas mujeres las que han pasado por sus manos quedándose satisfechas y contentas con los resultados. ”Suelen venir con miedo y muy nerviosas. Por un lado, les da miedo la técnica en sí, temen que les dañe la piel o la prótesis mamaria. Por otro, vienen inquietas de pensar que ya están en la última parte del proceso, piensan que cuando terminen la micropigmentación por fin se van a ver completas y van a poder cerrar ese horrible capítulo de sus vidas”.

Un final feliz

Cristina Gutiérrez creó esta nueva unidad con gran ilusión y confianza de poder ayudar a todas esas pacientes que llegaban temblorosas y no quedaban satisfechas al no tener finalizado el proceso. Se siente feliz de poder ayudarlas y acabar con sus miedos, esos que les hacían esconderse en el gimnasio o no bañarse con sus hijos, quitarles los complejos y compartir su ilusión porque volvieran a tener una vida normal. Así recuerda con una gran sonrisa los momentos felices, “el más feliz es cuando termino y se miran al espejo. O cuando vienen a la visita de repaso y las veo contentas con el resultado obtenido. Casi siempre me cuentan alguna anécdota de cosas nuevas que han hecho o van hacer. Son todo un ejemplo de superación”, relata.

Esta enfermera aconseja acudir a estas unidades a todas las mujeres que hayan pasado por la enfermedad y quieran realizarse la técnica porque, afirma, acabará siendo un gran cambio en sus vidas. “Van a quedar contentas, se van a ver mejor. Parece algo sin importancia y que no aporta nada a su salud, pero no es así. Les aporta verse completas, les mejora su imagen, les da seguridad, tranquilidad y sobre todo les aporta mirarse al espejo y no recordar esa dura etapa que tuvieron que pasar”. Y es que la micropigmentación significa el final del proceso, el término de esa larga etapa que comenzó un día como una pesadilla y se ha convertido en tan solo un mal recuerdo que desechar.

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