No te fíes de las apariencias… Pueden jugarnos malas pasadas

Martes, 8 de junio de 2021

por diariodicen.es

Rodrigo era un chico de 24 años, procedente de un pueblo de la sierra palentina que, a pesar de ser mayor de edad, venía acompañado de su madre. Su madre estaba incluso casi más preocupada que él puesto que era la primera vez que se metía en un quirófano, era hijo único y por lo que nos contó les había costado mucho conseguirlo.

Acompañamiento en quirófano
Acompañamiento en quirófano

Cuando Rodrigo entró en el quirófano, llevaba las pulsaciones por las nubes, estaba muy nervioso. Pero a pesar de eso, respondió a todas las preguntas preoperatorias que le hicimos de la mejor manera que pudo.

El equipo de enfermería le repetía constantemente: “Rodrigo, tranquilo, es una operación de corta duración, una anestesia que apenas te va a dormir solo las piernas y en poquito tiempo podrás regresar a casa, piensa que tu madre está afuera y te va a estar esperando hasta que salgas”.

Para intentar que se relajara le hicimos varias preguntas sobre su vida: dónde vivía, a qué se dedicaba, cuáles eran sus aficiones… Descubrimos que Rodrigo era un joven bastante activo, practicaba todo tipo de deportes, algo que pudimos suponer debido a su morfología corporal. No fumaba ni bebía y llevaba una vida bastante saludable.

También pudimos observar que el dorso de Rodrigo llevaba varios tatuajes, por lo que sobre entendimos que la parte de la anestesia, que suele ser la más molesta para los pacientes, no iba a resultar complicada ya que, para él iba a ser una aguja más de las que ya habían pasado por su cuerpo. Además, el refirió que no le asustaban para nada.

A parte de esto, le preguntamos si se solía marear con facilidad, a lo que él respondió que no. Se encontraba más tranquilo, los nervios del principio ya se le habían pasado y tan sólo quería que le operaran lo más rápido posible para volver a su casa y comenzar con la recuperación.

Rodrigo se enfrentaba a una operación que en principio no tenía por qué conllevar ningún riesgo a mayores de lo que ya supone entrar en un quirófano. El tipo de anestesia que se le iba a realizar era intrarraquídea, ni siquiera iba a ser una anestesia general, por lo que él iba a estar en todo momento despierto.

Tras esto, la anestesista procedió a describir la anestesia que le iba a realizar: “Yo soy la anestesista, le voy a dar un pequeño pinchazo en la espalda, tiene que estar lo más relajado posible, puesto que, si no es así, los músculos de la espalda se tensan y no soy capaz de introducir la aguja hasta el espacio epidural, que es el objetivo. Una vez que consiga eso, que es muy poco tiempo, únicamente se le dormirán las piernas, pero no va a sentir en ningún momento ni el más mínimo dolor, aunque no esté dormido entero, confía en nosotros, que ya verás cómo todo va a ir bien.”

Llegó el momento de cruzar las puertas y entrar al quirófano. A pesar de que Rodrigo era un joven físicamente bien dotado, el paso de la camilla a la cama de operación fue algo aparatoso ya que este no puso mucho empeño en ayudarnos a colocarle de la mejor manera posible para
la intervención. Le monitorizamos y todo estaba en orden, quizás las pulsaciones algo altas, los nervios.

Cuando la anestesista realizó la raqui, Rodrigo estaba muy inquieto y decía que le estaban haciendo mucho daño, al parecer las agujas sí que le asustaban un poco… Esta tónica se repitió durante el resto de la intervención por lo que el equipo de enfermería que estaba libre estuvimos prácticamente todo el operatorio hablando con él para que se distrajera y fuese todo más ameno.

Una vez acabada la operación Rodrigo parecía más tranquilo. Sin embargo, en el momento de salir del quirófano, hizo un esfuerzo no apropiado para alguien que acaba de ser intervenido, un amago de incorporar el tronco bruscamente y empezaron a sonar las alarmas. Refería que se mareaba, tenía la cara llena de sudor y la piel estaba empezando a coger un aspecto pálido. Todo esto ocurrió de camino a la CMA (Cirugía Mayor Ambulatoria). Nos dimos cuenta de que estaba sufriendo una bajada de tensión y actuamos rápidamente. Puesto que se encontraba aún en la cama, pudimos acostarle sin problema para evitar un posible desmayo. Seguidamente, colocamos la cama en posición Trendelemburg para ayudar a oxigenar más rápido el cuerpo y permitir que llegue una mayor cantidad de O2 al cerebro. Gracias a la vía con la que todos los pacientes entran a quirófano pudimos hidratar a Rodrigo con un suero Ringer “a chorro”.

Unos minutos después, nuestro joven, que volvía a tener mejor aspecto, nos dijo que nunca le había ocurrido algo así y nos dio las gracias repetidas veces por nuestra labor. Nos despedimos y le deseamos que tuviese una pronta recuperación, ya en la CMA, nuestros compañeros cuidarían de él. Había ocurrido todo en pocos minutos, pero gracias a la rápida actuación pudimos evitar que Rodrigo se desmayara o quedase inconsciente por una hipotensión.

Tras este momento tan angustioso para todos, la siguiente paciente era una señora de 89 años, como el trato con el paciente es muy importante, la llamaremos por su nombre, María Luisa.

No queríamos que volviese a ocurrir un “casi desmayo” como con Rodrigo y, con una paciente de 89 años pensábamos que todo tendría que ser más delicado. María Luisa a pesar de ser una señora mayor, nunca había pasado por un quirófano ni había estado ingresada durante su vida. Le realizamos el preoperatorio como a cada paciente, pero, esta vez fue diferente al anterior. Nos dijo que estaba muy tranquila y segura de realizarse la operación ya que confiaba en todos nosotros y sabía que no le iba a pasar nada malo. Además de encontrarse perfectamente, María Luisa tenía mucho sentido del humor, lo cual hacía todo el preoperatorio más ameno. Incluso nos contó algún chiste de los que le cuenta a sus nietos.

La operación a la que se iba a someter era algo más complicada que la de Rodrigo, por lo que los “fantasmas” de lo ocurrido hace unos minutos nos mantenían más alerta si cabe, más aun conociendo las características del paciente y sus factores de riesgo. A pesar de esto y, como siempre, teníamos todo muy bien preparado y dispuesto por si se daba cualquier tipo de complicación.

Una vez entramos al quirófano, la monitorizamos y todo parecía dentro de la normalidad tanto antes como después de la anestesia. En ningún momento María Luisa se quejó lo más mínimo de nada. Tensión arterial correcta, saturación correcta y ritmo cardiaco correcto.

La operación fue muy bien, pero al igual que antes, lo más complicado es la recuperación postoperatoria. Por suerte, la salida de quirófano y el camino hacia la CMA ocurrió con total normalidad.

Una vez que entramos, la señora seguía todo lo bien que se puede estar tras una operación y la dejamos en mano del equipo de enfermería. Nos dio las gracias por nuestra amabilidad y nos despedimos. Al final de la mañana fuimos a ver cómo se encontraban los pacientes y nos contaron que Rodrigo había estado tranquilo el resto de la mañana y María Luisa no había tenido ni una mínima complicación a lo largo de ella.

Como podemos ver, la enfermería juega un papel muy importante en cuanto al valor de cuidar ya que es capaz de buscar cualquier espacio para ello, ya sea a través del diálogo, gestos durante el preoperatorio, dentro del quirófano supervisando la mínima complicación o tras la operación si ocurre alguna de ellas tal y como contamos en este relato, por lo que también, el cuidado ocupa un sitio especial a la enfermería ya que ella tiene que ser capaz de entender la situación y saber intervenir.

El tratar a cada paciente de forma individualizada es fundamental para poder realizar nuestro trabajo enfermero de la forma más eficaz posible. A simple vista parecía que las complicaciones operatorias aparecerían con mayor porcentaje en María Luisa. Sin embargo, eso no fue así y, la persona con mejor estado físico fue quien las sufrió. Nosotros, como enfermeros, debemos estar siempre alertas, lo cual no quita para conocer y evaluar los rasgos de cada paciente con el fin de ofrecer siempre el mejor de los cuidados.

Autores: Paula Díaz Mateo | Daniel Incera Escudero

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