Se ha criticado en muchas ocasiones la escasa seguridad que tienen los profesionales sanitarios a la hora de realizar técnicas o manipular medicamentos. Hasta ahora muchos hospitales comenzaron a utilizar diferentes distintivos para mejorar la seguridad, como los conocidos chalecos distintivos creados con el objetivo de identificar al enfermero durante los procesos de preparación y administración de medicamentos.
Otro de los peligros a los que se someten cada día es a las técnicas en las que los dedos están expuestos a material corto punzante como bisturí, agujas… sin que haya una protección eficaz. Hasta ahora tan solo existían los guantes de látex, vinilo o nitrilo, que fácilmente podían ser atravesados por el material con el que trabajan, con el peligro de contagio de enfermedades infecciosas. Mari Carmen Lobato, enfermera de Badajoz, fue una de las que vivió una de estas situaciones. Se pinchó con una aguja al retirarla del reservorio que tenía colocado un paciente. Fue en ese momento cuando se le ocurrió la idea de diseñar un escudo protector antipinchazos y anticortes. “Tras mi accidente, y el de otros compañeros, consulté a salud laboral, sindicato y colegio de enfermería y me dijeron que no existía nada para proteger los dedos. Busqué en Internet y nada… No podía creer que con todas las técnicas con riesgo de contagio biológico que realizamos en nuestro día a día, no hubiera dispositivos de protección y empecé a trabajar con diferentes materiales hasta darle forma al invento”, explicó en declaraciones a La Razón.
Así, diseñó un escudo que se adapta a la curvatura del lateral del dedo. Diseñado con una capa interna, dura, flexible y resistente a pinchazos y cortes. Ahora esta enfermera ha conseguido que su invento sea patentado y publicado en el BOPI y en el boletín ITEMAS de Vigilancia Tecnológica.
