Tamara Ruiz Chamorro es enfermera, pero también gimnasta. Empezó desde muy pequeña a practicar deporte. A los 8 años se apuntó a gimnasia rítmica, después de ver a una de sus amigas entrenar; desde entonces, y hasta hoy, se ha dedicado a ello. Su pasión le llevó a dar un paso más, la gimnasia para ella dejó de ser tan solo un hobby y comenzó a trabajar para profesionalizarse: ahora es entrenadora y juez nacional.
Pregunta. ¿Por qué eligió estudiar Enfermería?
Respuesta. Siempre me ha interesado el sector de Ciencias de la Salud en su totalidad. Desde pequeña, cuando iba a ver a familiares que estaban en hospitales, me llamaba la atención todo lo que implicaban estos lugares. Por otro lado, siempre he sido cuidadora con mis seres queridos y sigo siéndolo. Definitivamente, me gusta acompañar y cuidar, es un trabajo que me llena el alma y el corazón.
P. Y la gimnasia, ¿cuándo comenzaste a practicarla?
R. Empecé a los 8 o 9 años. Una de mis amigas del colegio con la que todavía mantengo el contacto hacia este deporte. Una cosa llevó a la otra y fui a ver un entreno suyo y ahí me enamoré. Quería poder hacer lo que ellas hacían y poco a poco lo logré.
P. ¿Cómo pasó de ser la gimnasia un hobby a llegar a convertirse en entrenadora?
R. La verdad es que fue un poco sin querer. Cuando estás en este mundo, como en otros muchos deportes, ayudas a quien está empezando y creas vínculo. Después de haber experimentado esto quieres enseñar a otras gimnastas y ser como tu entrenadora fue contigo, amiga, madre, confidente y equipo. Poco a poco empiezas con niñas pequeñas a las que les enseñas a divertirse a través del deporte, pero con cierta disciplina, ya que tienen que entender que hay unas pautas que seguir.
Después pasa el tiempo y esas niñas se hacen mayores, tienen aptitud y actitud, y tú con ellas creces (para mí toda enseñanza es bilateral y todos aprendemos de todos, y este deporte me lo ha dejado ver durante toda la vida). Hasta que llega un día que tanto compañeras entrenadoras, como otras gimnastas, depositan en ti esa confianza y sin querer acabas llevando a niñas a clasificatorios de España. Obviamente, también con la experiencia previa como gimnasta, jueza y entrenadora en lo que se refiere a formación reglada.
P. ¿Y cómo se convirtió en juez nacional de gimnasia rítmica?
R. En este caso fue sencillamente por interés y porque me gustaba mucho este deporte, quería aprender y ver realmente cómo funcionaba el estar sentada en una mesa. El saber qué se valoraba y puntuaba y por qué, hasta que finalmente acabé integrándome en esos ambientes, valoraba y puntuaba y por qué, hasta que finalmente acabé integrándome en esos ambientes.
P. ¿Cómo son las competiciones de gimnasia?
R. En lo que se refiere a las competiciones, hay que diferenciar un poco en lo que se refiere al nivel de la competición, el lugar en que se realice y la cantidad de gimnastas que compiten. No es lo mismo un nivel 7 de Copa Catalana, que son las gimnastas que lucharan por clasificarse para un campeonato de España y la competición puede durar horas, a un nivel escolar que se realiza en el Maresme. En este segundo hay menos gimnastas.
Generalmente se realiza en un pabellón con cierta altura de techo porque si no los aparatos chocan y no se pueden realizar lanzamientos de los aparatos.
En la competición se dividen a las gimnastas en diferentes categorías (por edad) y niveles que deciden o las entrenadoras o la entidad que organiza (ejemplo: si yo compito en nivel 4 y quedo 2º el año siguiente subo a nivel 5, todo esto para conseguir un equilibrio entre niveles).
P. ¿Compaginabas la Enfermería con la gimnasia y ser entrenadora y juez?
R. Sí, compaginaba Enfermería entre semana por las mañanas, y luego entrenaba a niñas algunas tardes y las otras me tocaba a mí. Incluso hubo un año que entrenaba a niñas cada día y después iba yo a entrenar. Y los fines de semana competiciones o mías o de las gimnastas que entrenaba o iba de jueza a puntuar. Ha habido veces que he realizado las tres cosas en un mismo día. Intenso pero divertido.
P. Debido a los difíciles horarios de Enfermería tuviste que dejar a un lado tu faceta como gimnasta, ¿fue difícil decir adiós después de tantos años dedicada a ella?
R. No sabes cuanto, de hecho, cada vez que me muevo por competiciones o voy a ver a mis amigas a entrenos, siento esa nostalgia y ganas de volver. Pero todo pasa por algo, y si tengo clara una cosa es que me separé un poco de este mundo no va a desaparecer de mi mente.
Actualmente ayudo a organizar trofeos, ayudo algún fin de semana a entrenar a gimnastas en mi club de casi toda la vida y puntúo cuando me necesitan, pero muy esporádicamente.
P. ¿En algún momento llegaste a competir como gimnasta? En ese caso, ¿qué se siente al verlo ahora al otro lado como entrenadora? ¿Qué es lo que más echas de menos?
R. Competí desde los 9 hasta los 25. Era maravilloso. Al vivirlo desde fuera sientes una sensación de confianza y de impotencia a la vez, ya que todo lo que pase en ese minuto y medio depende de la gimnasta que está allí, tú no vas a poder hacer nada, así que confías en todo lo enseñado y su capacidad de reacción ante adversidades.
Por otro lado, también se sienten muchos más nervios, pero ¡es una sensación increíble!
Definitivamente lo que más echo de menos es salir a competir. Es una sensación indescriptible. Siempre hay nervios. Siempre hay dudas, y también seguridad en una misma. Y creo que hay una cosa que es lo que más me gusta de este deporte que te enseña a improvisar, a salvar y corregir sobre la marcha como he mencionado anteriormente.
P. ¿Hay equipo sanitario en las competiciones por si surge alguna emergencia con alguna gimnasta?
R. Depende de la competición y de quién la organice. Hay algunas en que hay SEM. Otras en que hay algún doctor y/o enfermeros atendiendo en caso de que haya alguna lesión y otras en las que están cerca de los centros médicos.
Varias veces he tenido que actuar incluso aún siendo estudiante. Por ejemplo, una vez que entré a un vestuario que estaba lleno de sangre y una pobre niña de unos 8 años lloraba y se tapaba la cara. Resulta que jugando con sus compañeras se resbaló y se dio un golpe con un radiador. Así que con ayuda de dos clínex tapé la hemorragia y consolé a la niña con ayuda de una compañera hasta que pudimos avisar a atención sanitaria.
P. Debido a los difíciles horarios de Enfermería tuvo que dejar a un lado su faceta como gimnasta, ¿fue difícil decir adiós después de tantos años?
R. No sabes cuánto… De hecho, cada vez que me muevo por competiciones o voy a ver a mis amigas a entrenos siento esa nostalgia y ganas de volver. Si tengo clara una cosa es que me separé un poco de este mundo, pero desaparecer completamente va a ser muy complicado.
Actualmente ayudo a organizar trofeos, ayudo algún fin de semana a entrenar a gimnastas en mi club de casi toda la vida y puntúo cuando me necesitan, pero muy esporádicamente.
P. ¿Dónde veremos a Tamara en un futuro?
R. Pues yo me visualizo dedicándome profesionalmente al mundo asistencial y un poco más al sector de la investigación. Por otro lado, en lo relacionado con la rítmica, seguiré ayudando en festivales, competiciones a organizar, y quién sabe, quizás me cambian horarios y puedo volver a este mundo. ¡Sería genial!
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