“Estuve cerca de un mes de baja por culpa del covid. Escribir sobre ello sé que puede sonar a tópico, pero para mí ha sido una auténtica catarsis”

Lunes, 10 de mayo de 2021

por Natalia Hernández Manjón

Han sido unos meses complicados cargados de trabajo, estrés, ansiedad, incertidumbre y miedo, mucho miedo a causa de coronavirus. Esther Ávila es enfermera del Centro de Salud de Zarautz, en Guipúzcoa. Tras incorporarse al trabajo y leer el anuncio de la convocatoria del I Concurso de Relatos, organizado por la revista Metas de Enfermería, no dudó en participar y contar cómo vivió toda la crisis sanitaria de la COVID-19 en primera persona, algo que le ha tocado de lleno, incluso en su familia.

Esther Ávila, ganadora del I Concurso de Relatos
Esther Ávila, ganadora del I Concurso de Relatos

-Pregunta: ¿Qué le llevó a participar en el concurso?

-Respuesta: Acababa de incorporarme a trabajar, estaba leyendo el correo atrasado y vi la convocatoria del concurso. Siempre he sido muy inquieta, me gusta pintar, modelar… (de hecho mi casa parece una tienda de manualidades) y es que encima el tema del relato me tocaba de lleno así que ese mismo día a la tarde empecé a escribir.

-Pregunta: El concurso de relatos pedía que se contara una experiencia personal o cercana que fuera relevante para reflexionar sobre ella. ¿Qué te llevó a escribir sobre este tema?

-Respuesta: Estuve cerca de un mes de baja por culpa de la covid. Son muchos días, muchas horas en los que la cabeza da vueltas a mil por hora y tu estabilidad emocional se pone a prueba. Ahora, desde la distancia, creo que puedo decir que fue hasta una experiencia enriquecedora, pero hubo momentos en los que estuve muy asustada. Escribir sobre ello ya sé que puede sonar a tópico pero para mí has sido una auténtica catarsis.

-Pregunta: ¿Cómo fue tu reacción cuando todo empezó? ¿Creías que iba a llegar a esta magnitud?

-Respuesta: Supongo que mucha gente tendrá la misma sensación que yo. Cada vez me pasa menos pero hay días en los que aún pienso que estoy dentro de una película y que esto no es real. Recuerdo los meses de confinamiento estricto con una mezcla de tristeza y extrañeza. Vivo en un barrio tranquilo con vecinos ingeniosos que improvisaban partidas de bingo y conciertos de guitarra pero a fuego tengo grabados los momentos puntuales que marcaron un antes y un después, como cuando pasamos de trabajar de lunes a viernes a hacer guardias nocturnas y fines de semana; cuando íbamos casi cada noche a certificar alguna muerte en la residencia de ancianos y las UVIs estaban colapsadas; cuando se contagió el primer compañero y el primer paciente de mi cupo o cuando recibí el SMS con el positivo de mis hijas…

-Pregunta: Cada profesional sanitario ha escrito su propia historia durante la pandemia por la covid, con situaciones difíciles pero también con momentos de superación, compromiso y unión con el resto del equipo y con los pacientes. ¿Cómo has vivido la pandemia? ¿Qué es lo que más te ha marcado?

-Respuesta: Después de un año lleno de altibajos me quedo con un sentimiento, el de orgullo. Estoy orgullosa de mi familia porque el covid nos ha puesto a prueba y hemos salido más fuertes. Estoy muy orgullosa también de mis compañer@s de trabajo porque ninguno de ellos ha bajado la guardia. Somos un equipo que tenemos la gran suerte de estar muy bien liderados y eso hace todo más fácil. Discusiones y tensión claro que ha habido pero a día de hoy nos seguimos juntando todos los días a las 8 y 13:00 horas y de esas reuniones salimos todo el personal del centro con toda la información sobre el coronavirus actualizada y con nuestro plan de trabajo claro.

-Pregunta: ¿Crees que la COVID-19 ha cambiado la forma de tratar a los pacientes?

-Respuesta: Sin duda alguna. Soy enfermera de primaria. El covid ha tirado por tierra mi forma de trabajar. Tengo un ambulatorio dividido en zona sucia y limpia, con acceso restringido y con multitud de actividades anuladas como medida de seguridad. El trabajo de promoción y prevención de la salud se ha ido al traste y nuestros pacientes crónicos llevan meses de retraso en sus controles de salud. Muchos tienen miedo a venir y otros tardan días en conseguir una cita presencial. La sensación de que se nos están escapando muchas cosas es cada día mayor. La consulta telefónica anula la calidez que tiene el trato directo con el paciente en la consulta.

Esthre Ávila junto a sus compañeras de trabajo
Esthre Ávila junto a sus compañeras de trabajo

-Pregunta: Realmente ha sido el año de todos los profesionales sanitarios que habéis estado en primera línea. ¿Crees que el esfuerzo ha sido suficientemente reconocido?

-Respuesta: La de veces que habré llorado al salir a las 8 o al balcón o trabajando en el centro de salud. Pero voy a ser muy sincera, y creo que mis compañeros y compañeras estarán de acuerdo conmigo en esto. Siempre se agradece cualquier gesto de apoyo y cariño pero más se agradece una actitud responsable. No quiero aplausos, quiero que la gente respete las restricciones, que tenga paciencia porque en este barco estamos todos y que sea tolerante con los errores porque a esta situación no nos hemos enfrentado nunca y perfecto no hay nadie.

-Pregunta: En tu relato cuentas cómo tuviste que rastrear. Incluso hablas casos realmente difíciles de seguir la pista. ¿Cómo han sido los rastreos a los pacientes?

-Respuesta: Antes de que se consolidara la figura del rastreador, enfermería de primaria asumió ese papel y fue un trabajo duro. Tal y como comento en el relato, tuvimos casos en familias chinas y paquistaníes donde el problema del idioma fue importante. Te encontrabas con situaciones en los que la familia inicial se componía de cuatro miembros pero luego avisaban porque en la casa sin empadronar aparecían dos o tres más. En otras ocasiones, algunos pacientes omitían voluntariamente el nombre de algún contacto estrecho porque no quería que se supiera que había estado con esa persona….

-Pregunta: Ha sido un año muy complicado pero, ¿qué resaltarías como punto positivo? ¿Qué es lo que más echas de menos como profesional enfermera?

-Respuesta: Me quedo con momentos puntuales muy personales y a nivel profesional veo con algo más de tranquilidad que contamos por fin con medios en condiciones para seguir enfrentándonos a este desafío. Todavía me acuerdo cuando fabricábamos en el centro EPI caseros con bolsas de basura y las mascarillas estaban contadas. Ahora disponemos de test de antígenos casi a la carta y personal de refuerzo, al que hay que cuidar por cierto.

Echo de menos a la atención de primaria de reuniones y talleres educativos a cara descubierta, la de consultas presenciales sin distancia de seguridad, la de pasillos llenos de pacientes bulliciosos que se leían los panfletos informativos sobre hipertensión y diabetes que yo ponía en las salas….

-Pregunta: Por último, has sido pasado el covid. ¿Cómo lo viviste? ¿Tuviste miedo de volver al trabajo al ser una profesión donde estás expuesta?

-Respuesta: Llegué una tarde a casa del trabajo muy cansada y a la noche ya tenía fiebre y un dolor de cabeza horroroso. Me acuerdo que pensé: vale, ya me tocó. Mi marido también se infectó pero la sorpresa fue que mis dos hijas dieron negativo en la primera PCR. Dividí la casa en dos partes e intentamos crear un “búnquer de contención” para las niñas. Comíamos a turnos y yo desinfectaba como una loca todo lo que tocábamos y eso que mi pobre marido y yo estábamos hechos un trapo (cefalea, dolor de garganta y un cansancio extremo). No sirvió de nada. La segunda PCR a los 10 días fue positiva y otras dos semanas más de confinamiento para las niñas. Ahí sí se me cayó un poco el mundo encima y me asusté. Afortunadamente, estuvieron prácticamente asintomáticas y super tranquilas. Me dieron una lección de vida y yo volví al trabajo con energías renovadas y sin miedo alguno.

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