El eterno examen

Martes, 18 de agosto de 2015

por diariodicen.es

Son las 8 de la mañana y me dispongo a recibir el turno. Ha debido de ser una noche dura porque veo a mis compañeros especialmente cansados.

Comenzamos con los pacientes del box 3 y de repente viene el médico a pedirnos una gasometría de control. Le digo que si puede esperar cinco minutos a que mis compañeros me pasen el cambio. Me responde que no, que necesita el resultado para dar su cambio de guardia. Le saco la gasometría y busco al médico en cuestión para darle el resultado. Para mi sorpresa se ha ido a tomar café.

Continúo con el pase y de nuevo otra interrupción. El familiar que ha estado toda la noche en casa pregunta cómo ha pasado la noche su familiar ingresado. Le digo que espere un momento a que terminemos, pero dice que tiene prisa, que tiene que irse a trabajar.

Desde el inicio de mi carrera profesional, hace ya 15 años, mis decisiones, tanto en mi función autónoma como en la de colaboración, siempre han sido cuestionadas. Desde los pacientes y familiares, que ya desde que entran en la habitación sugieren, cuando no exigen, que su cuidado sea de esta o de tal manera, que en tal sitio se lo hacen así o que han leído en algún lugar que se debe hacer de otra forma; hasta el mismo personal médico, prescribiendo asombrosamente, por ejemplo, cambios posturales a un paciente e, incluso, exigiendo usar tal producto para el tratamiento de una herida, porque dice él que “es muy bueno”, sin tener en cuenta el estadio o su grado de humedad.

No veo yo a un paciente o a sus familiares poniendo en duda la técnica quirúrgica a un cirujano cardiovascular. Creo firmemente en que pacientes y familiares deben estar informados de todas las opciones terapéuticas y escoger la más adecuada, y así es como trabajamos la mayor parte de enfermeras y enfermeros, pero el paternalismo del profesional médico hacia sus pacientes también se traslada al profesional enfermero.

Cuántas veces en decisiones que son mías y solo mías se entrometen e incluso prescriben lo contrario a mi opinión. Cuántas veces ponen en duda tus conocimientos en materias que son tuyas y solo tuyas, basadas en años de experiencia y en prácticas basadas en la evidencia. Cuántas veces añoran y echan de menos a tal o cual enfermera que hacía las cosas como a ellos le gusta o hablan que prefieren a tal o cual compañera delante de pacientes y familiares.

Al igual que yo no opino sobre qué antibiótico debe utilizarse en una infección, incluso teniendo conocimientos para ello, no pongo en duda una opinión facultativa delante de familiares (si acaso, hablo con el médico en cuestión), ni le digo al médico que su compañero de la guardia pasada es mejor que él. Por eso creo que ellos deberían hacer lo mismo.

Entre profesionales sanitarios, la relación debe basarse en el respeto mutuo. A pesar de que con mis años de experiencia pueda tener una opinión fundada sobre algunos aspectos médicos, no puedo nada más que sugerir sutilmente y nunca exigir.

Nuestra práctica diaria debe estar basada en la evidencia y, a pesar de este eterno examen impuesto tanto a nivel exterior (pacientes) como interior (médicos), si estamos seguros de nuestras intervenciones enfermeras, apoyadas en investigaciones científicas, debemos llevarlas a cabo, porque así y solo así conseguiremos ganarnos el respeto de la sociedad y de nuestros compañeros sanitarios.

González Vela R. El eterno examen. Metas Enferm abr 2015; 18(3): 78

enfermería, médicos, pacientes

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