Mis primeros contratos como enfermero

Lunes, 15 de enero de 2018

por Juan Carlos

Terminaron las Navidades y como cada año vuelvo a estar pendiente del móvil esperando a que me llamen de recursos humanos para renovar contrato, así que no he podido evitar acordarme de mis primeros contratos, de esa experiencia de llevar el móvil hasta los momentos más íntimos como en la foto que con un poco de humor compartí en mi perfil de Instagram hace tiempo.

Sois muchos los que me preguntáis por mi primeros contratos como enfermero y la verdad es que ya han pasado unos cuantos años pero me acuerdo como si fuera hoy mismo. Acabé la carrera en julio con toda la ilusión del mundo por poder ser lo que durante tantos años había soñado, enfermero.

Por aquellos tiempos tenía un gran grupo de compañeros y amigos con los que siempre estábamos inventando algo, pero lo normal para 21 años recién cumplidos. Aún no sabía si había aprobado y ya me estaban ofreciendo trabajo en la sanidad privada. Por aquel entonces la pública en Andalucía tampoco estaba demasiado mal y solo con ir al distrito sanitario u hospitales y apuntarte en una lista tenías posibilidades de que te llamaran. Yo desde antes de acabar ya tenía pensado trabajar en el hospital en el que actualmente estoy, pero para poder acceder era necesario tener al menos 6 meses de experiencia previa.

Empecé a trabajar en un servicio de urgencias y emergencias privado, en el que estaba en una caseta típica de obra acondicionada con un dormitorio y una sala de curas, con la que dábamos servicio a los trabajadores que estaban haciendo un gran túnel en las obras del AVE a Málaga. No era un trabajo demasiado difícil, junto a un Técnico de Emergencias hacíamos guardias de 24 horas, la mayoría de las veces acudían trabajadores a los que les había caído algo en los ojos, algún dolor de espalda, alguna torcedura o pequeña herida.

Al principio lo veía fácil, aunque lo de estar 24 horas haciendo poco me agobiaba. Recuerdo que íbamos a comer a un pequeño hotel que había cerca que era precioso, daba a un pantano con unas vistas preciosas. Pero poco a poco empezó a crearme intranquilidad, quizás empecé  a ser consciente de la gran responsabilidad que tenía trabajar en una obra de tal tamaño y tan alejados de cualquier otro recurso, solos un enfermero recién salido de la carrera y un TES, todo asistido desde una sala de control en Sevilla.

Mi mal presentimiento poco después se confirmó, uno de los días que me tocaba trabajar me ofrecieron cambiar la guardia (menos mal) y justo a las puertas de nuestra caseta uno de los obreros quedó atrapado entre una de las estructuras metálicas y el trenecito que introducía los materiales dentro del túnel. Fue algo dramático que incluso al yo llegar al día siguiente a darle el relevo a mi compañera me afectó muchísimo ya que aun quedaban allí restos del fatídico accidente, unido al increíble relato y la cara de mis compañeros…

Fui consciente de la responsabilidad tan grande que tenemos como profesionales de la salud y como hasta el aparentemente más tranquilo de los trabajos pueden truncarse y convertirse en un auténtico desastre en el que las vidas de las personas están literalmente en nuestras manos.

Seguía en el equipo sanitario de la obra y estando un día en la playa me llamaron para empezar a trabajar en la sala de recuperación de un Hospital Comarcal, que estaba a 40 km de la playa donde me encontraba y eran las 13.30h aproximadamente y les pregunté que cuándo empezaba, como suele pasar en estas cosas me dijeron que a las 14 h de ese mismo día, imaginaos la estampa, en bañador, lleno de arena… Pues allí que fui yo, pero lo mejor estaba por llegar…

Llegué al hospital con toda la ilusión y también toda la ignorancia del mundo, me puse el pijama de quirófano que me dieron y mas contento que nada, entré en la sala de recuperación. Pero al entrar se hizo el silencio… Empezaron a mirarme de arriba abajo, la verdad que recuerdo bastante movimiento de camas, mucha gente entrando y saliendo… alguien se me acercó y me preguntó si tenía alguna experiencia, asi sin más… Yo les dije que era mi primer contrato y empezaron a chillarme, esto hizo un efecto llamada y vino mas gente que ante la situación también comenzó a chillar, después de varios minutos escuchando “que esto no podía ser, que habían llamado a uno que no tenía ni puta idea, que patatín, patatán…” se me saltaron las lagrimas la verdad, por fin alguien me dijo “no es culpa tuya”, pero es que no puede ser que traigan a alguien que no tiene ni idea… y otra vez a chillar enfadados.

Vino el supervisor de quirófano, me sentó  en su despacho y también muy enfadado me dijo que no me quería allí, que allí querían a gente con experiencia, que iba a intentar sacarme pero que mientras tanto pues que hiciera lo que pudiera y no la cagara. Eché aquel día como pude, reconozco que no era lo que esperaba cuando muy ilusionado recibí aquella llamada dándome mi primer contrato… Reconozco también que lloré, para colmo tuve una tarde mala, un par de pacientes con prótesis de rodilla fastidiados, una cesárea sangrando… sin duda si no hubiera sido por la auxiliar de enfermería que llevaba allí, como decimos por aquí “más años que las puertas” lo hubiera pasado fatal, ella dominaba aquello, conocía a la gente…

Al día siguiente allí estaba yo otra vez, el supervisor me dijo que no había personal y que se tenía que aguantar conmigo por ahora, la verdad que ni una sola vez pensé en dejarlo, me sentí en la obligación de demostrar que si que era nuevo pero que estaba perfectamente capacitado para hacer mi trabajo, que era capaz de aprender rápido y que no iban a conseguir desilusionarme. Desde el principio fui sincero, cuando no sabía hacer algo lo decía, me lo explicaban y listo, allí iba yo con mi super libretita apuntándolo todo, protocolos, medicación, aprendí rápido, muy rápido, en dos días programaba las bombas de analgesia para los domicilios, entraba en quirófano…

A la semana me volvió a llamar el supervisor al quirófano para decirme que igual que reconocía que pidió que me fuera de allí al principio, ahora quería decirme que estaban muy contentos conmigo, que todo el mundo decía lo rápido que estaba aprendiendo y que querían que me quedara allí aquel verano y asi fue, la verdad que aunque el primer día fue muy duro el resto del tiempo el equipo fue muy paciente y bueno conmigo.

La verdad que hace ya muchos años de aquellos días pero nunca los olvidaré y al recordarlo ya desde la distancia uniéndolo a la experiencia que he ido ganando estos años, entiendo lo que sintieron mis compañeros al ver llegar a alguien que acababa de salir de la carrera, alguien a quien no conocían de nada y que llegaba a una unidad en la que tenías que tener la tranquilidad de saber responder cuando un paciente se inestabilizaba.

Pero también aprendí a que nunca le levantaré la voz  a nadie y mucho menos a alguien que con toda su ilusión venga a dar lo mejor de su persona. Puedo no estar de acuerdo con el sistema de asignación de contratos, pero nunca culparé a nadie y lo que intento hacer es enseñarle todo lo que pueda porque todos hemos sido y seremos nuevos en muchos momentos de nuestras vidas.

Me encantaría que me contaras: ¿qué tal fueron vuestros primeros contratos? ¿Viviste situaciones similares?

Juan Carlos Miranda – Enfermero de Urgencias

Si quiere acceder a la publicación original, puede seguir este enlace.

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