Pasar consulta a 15.000 km de tu hogar, cuando la profesión enfermera te lleva hasta la Antártida

Jueves, 9 de marzo de 2017

por diariodicen.es

“Volvería para experimentar de nuevo la sensación de estar frente a un iceberg, contemplar la majestuosidad de esas inmensas placas de hielo rodeando al buque bajo ese silencio absoluto, donde solo se oye el motor del barco. Es una sensación inexplicable”. De las palabras de Antonio García Avilés se desprende no solo pasión por lo que hace, sino un espíritu de aventura que le ha hecho recorrer el mundo, y es que este murciano, no acostumbrado a la nieve, ha llevado a la Enfermería española a lugares tan distantes e inhóspitos como la Antártida.

Actualmente, el teniente enfermero Antonio García Avilés es jefe de sanidad del Escuadrón de Zapadores Paracaidistas, en la base aérea de Alcantarilla (Murcia), pero durante siete años ha formado parte del buque de investigación oceanográfica Bio Hespérides, con el que en 2010/11 cruzó el planeta de punta a punta: “Llevamos a cabo la ‘Expedición Malaspina’ mediante la cual recorrimos lugares como Río de Janeiro (Brasil), Ciudad del Cabo (Sudáfrica), Perth y Sidney (Australia), Auckland (Nueva Zelanda), Honolulu (Hawaii), para cruzar el Canal de Panamá por un complejo sistema de exclusas y llegar a Cartagena de Indias (Colombia)”. Entre las misiones que se llevan a cabo en este buque, de carácter internacional, se encuentran las investigaciones relativas al cambio climático y sus efectos globales. “La Antártida es el único continente prácticamente ‘virgen’ que permite estudiar y analizar datos ocultos, por ejemplo, en los hielos milenarios, uno de los objetos de estudio más valorados por el personal científico en el territorio polar”, explica García Avilés.

El Hespérides, compuesto por 55 militares y 37 científicos, cuenta con un equipo sanitario formado por un médico y un enfermero, los cuales son los encargados de la prevención, seguimiento y cuidados de todo el personal, tanto militar como civil.

“Consulta” abierta las 24 horas

Inquietud, espíritu aventurero, pasión por los viajes, todo ello ha hecho que la consulta de Enfermería de Antonio García Avilés, en ocasiones, se encuentre a más de 15.000 km de España y con pacientes de decenas de nacionalidades diferentes.

Las principales funciones que realiza el enfermero en este tipo de expediciones son la prevención de patologías, a través de un plan de inmunización específico para cada misión, y la realización de reconocimientos por parte del personal facultativo. Dicho plan de inmunización se lleva a cabo por el enfermero que asistirá en la expedición antes de salir a la misma. Una vez embarcados, y comenzada la travesía, comienzan las labores propias de una asistencia sanitaria habitual.

“A las 8 de la mañana abrimos, por decirlo de alguna manera, nuestra consulta, pero estás las 24 horas disponible”. El día a día, explica García Avilés, “es bastante parecido a una consulta de Atención Primaria, con la salvedad de que nos encontramos en constante movimiento, propio de un barco de menos de cien metros de eslora”. Por ello, y como consecuencia del mismo, las consultas más habituales están relacionadas con la cinetosis, o también llamado “mal del mar”, para lo cual “además de consejos preventivos que damos al personal de nuevo embarque, suministramos dimenhidrinato con cafeína (Biodramina®) o antiheméticos y anticinetósicos, más efectivos en caso de ser necesario”. En este tipo de expediciones no suele ser habitual contar con personas con enfermedades crónicas, ya que por la distancia temporal de las misiones existe una serie de requisitos que reducen mucho el campo de patologías, las cuales se criban antes de subir al barco.

“En el barco disponemos de un equipo de soporte vital avanzado, con monitorización y ecógrafo portátil, pero contamos con un equipo de telemedicina, gracias al cual tenemos comunicación directa los 365 días del año”, explica. Se trata del equipo de especialistas ubicado en el Hospital Central de la Defensa “Gómez Ulla” de Madrid, desde donde se da cobertura asistencial en caso de consulta o contraste en el diagnóstico de algún caso a tratar, ya que no se dispone de médicos especialistas a bordo y los medios diagnósticos son limitados.

Pero, ¿qué ocurre cuando surge una urgencia a más de 1.200 km del hospital más cercano?

Traslado urgente: coordinando a profesionales a miles de kilómetros

Cuando aparece una urgencia se activa un protocolo por el que se coordinan medios aéreos y terrestres y personal especializado de varias nacionalidades, para lograr trasladar al paciente lo más rápidamente posible a un centro hospitalario.

“El hospital más cercano se encontraba a 1.200 km y había que atravesar uno de los mares más bravos del planeta, el mar de Hoces (conocido como paso de Drake). Se optó por el traslado en helicóptero hasta la base chilena ‘Presidente Frey’ a menos de una hora de vuelo”, explica García Avilés. “La evacuación más rápida que hemos realizado duró cinco horas —continúa— desde la base española ‘Almirante Gabriel Castilla’ hasta la Isla Decepción”.

Por su complejidad, destaca un incidente que tuvo lugar en una de las últimas campañas antárticas: “Se trataba de un miembro de la dotación que debutó con una hemorragia digestiva aguda. Una vez estabilizado y asesorados por nuestros compañeros del Hospital Gómez Ulla, nos dispusimos a trasladar al paciente hasta el hospital más cercano, en la Patagonia chilena, donde previamente se había coordinado con el cirujano digestivo una intervención de urgencia”. En esta ocasión, García Avilés acompañó al paciente en una embarcación neumática hasta la base chilena donde le esperaba un vehículo 4×4 que les haría llegar al hércules de las Fuerzas Aéreas Brasileñas para coger posteriormente un avión en el aeropuerto internacional de Punta Arenas, para finalmente ser operado en el Hospital Magallanes.

A lo largo de los siete años de expediciones, este profesional enfermero se ha enfrentado a varios casos de cólicos nefríticos entre la tripulación, pero un caso que recuerda por su peculiaridad es “aquel que surgió cuando el personal científico se desplazó a una playa maravillosa, paradisíaca, en la que había animales… Dos de ellos cogieron un parásito que se encuentra en el intestino de los perros llamado larva migrans al posar los pies sobre la arena. No se trata de nada grave, pero es muy molesto, y puede llegar a vivir hasta seis meses bajo la piel si no se trata adecuadamente. La medicación costó conseguirla porque no era la habitual, en estos casos intervienen los agentes logísticos para proporcionárnosla y hacérnosla llegar, ya que por su peculiaridad no la teníamos en el buque”.

Entre los casos comunes de cinetosis, algún cólico nefrítico y un falso caso de dengue que puso en preaviso a toda la tripulación, se desarrollan las misiones científicas del Hespérides, donde la labor del profesional enfermero es la de estar en vigilancia continua.

“¿Mi clave? El positivismo reiterante”

A nadie se le escapa que la experiencia que se vive a bordo de un buque de similares características supera muchas veces las expectativas que se pueden tener antes de emprender el viaje. Sin embargo, y pese a que la parte positiva supera a los contratiempos que puedan surgir, es complicado estar entre seis y ocho meses alejado de la familia y los amigos. “Siete años a bordo del buque más emblemático para la ciencia en España no dejan indiferente ni al viajero más experimentado, pero es necesario tener una predisposición al “positivismo reiterante” para poder superar las dificultades psicológicas que supone estar largos periodos de tiempo distanciados de tus seres queridos, así como el asilamiento geográfico viviendo la mayor parte del tiempo dentro de un espacio tan limitado”, explica García Avilés.

Pese a tener conexión a internet, lo que les permite estar en continua comunicación con sus familias y amigos, para este enfermero lo más duro sin duda es “pasar las Navidades fuera de casa: son fechas muy señaladas que lo que quieres es estar cerca de la familia”. Viajar de este modo, pudiendo desempeñar su labor como enfermero, ha supuesto para este profesional sanitario aprender a valorar y tratar a numerosas personas de múltiples culturas y visitar lugares como las islas Hawaii, Nueva Zelanda o la Antártida.

Antes de subirse a un barco de estas características, García Avilés ha formado parte de  la flotilla de submarinos, actualmente está en el Escuadrón de Zapadores Paracaidistas, y ante la pregunta de cuál sería su próximo reto responde: “No lo sé, desconozco la labor enfermera en montaña, sería interesante formarse en ello”. Sea como sea, este enfermero está dispuesto en llevar a la Enfermería a todos los rincones del planeta con una profesionalidad incuestionable.

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