Relato enfermero: Mis vivencias enfermeriles

Martes, 20 de julio de 2021

por diariodicen.es

Poca gente ajena al hospital conoce las experiencias que acontecen en él. Yo llevo cuatro meses allí y en este tiempo he vivido experiencias desde lo más graciosas con pacientes súper simpáticos, hasta lo más triste con la muerte de algunos. A continuación, paso a detallar en el relato algunas de las anécdotas que más me han llamado la atención.

Profesional sanitaria con una paciente

Durante mi estancia en la planta de cirugía general he visto llenarse y vaciarse bastantes camas, a algunos pacientes les coges cariño ya que llevan un tiempo allí, otros estaban de paso y a los pocos días ya se despedían. En particular, recuerdo a dos pacientes de lo más diferentes, dos ancianas, una en la cama dos y otra en la cama tres, aunque esta última no tan anciana.

Ambas dos tuvieron una estancia similar aunque, para mi suerte y no para la suya, la anciana con la que mejor congenié estuvo mayor tiempo ingresada y finalmente fue dada de alta con buen pronóstico.

Ellas eran totalmente opuestas, en la cama dos se encontraba la alegría de la huerta, una señora de lo más agradable súper agradecida, entrañable y cariñosa mientras que en la siguiente cama se encontraba la tormenta perfecta, una señora impertinente y a ratos malhumorada pero en el fondo, muy en el fondo, tenía una pequeña simpatía.

El día que aterricé en la planta todas las enfermeras me trataron con un cariño infinito, al final era una más, aunque con mucha menos experiencia, ellas me lo enseñaron todo, todo lo que sé hasta el momento. Comencé conociendo a la enfermera del turno, Anuska se llamaba, era encantadora me lo explicaba todo con mucha ternura y paciencia.

En los días posteriores iba ya cogiendo el truquillo de la planta y ya me manejaba con mucha más soltura, el trato con los pacientes era mucho más cercano, excepto con mi “amiga” de la habitación tres. Cada vez que entraba decía: “Ya está aquí la de prácticas” y ya me incordiaba con todo lo que tenía que hacer. Siempre me decía que por qué tenía que practicar con ella, que si no había más pacientes, yo le contestaba muy educadamente pero aun así me sacaba de mis casillas. Entraba después en la habitación dos y mi abuelita desprendía cariño, paz y tranquilidad que no importaba lo que la hicieras ella te ponía la mejor sonrisa. Fue ahí cuando comprendí que al final depende del carácter y comprensión de los pacientes el tratar bien al personal sanitario porque la gran mayoría los trata con mil amores, aunque muchas veces el trato no es correspondido.

Hubo un día que me sorprendí un poco con la actuación de un paciente al que iban a operar a la mañana siguiente. Este se encontraba muy inquieto y para suprimir sus nervios decidió prepararse una rayita de speed, al contárselo a la enfermera responsable informó al médico a la hora de bajar al quirófano y a los 15 minutos subieron de quirófano con el anestesista cabreado y la paciente llorando, no la pudieron operar por la interferencia que podía producir con la anestesia. El médico le informó y le hizo sentirse muy mal por haber realizado un acto tan inmoral ya que por su culpa ni pudieron operarla ni ella ni a otros pacientes que estuvieran en lista de espera.

Para mi mala o mi buena suerte, con la gran pandemia que existe actualmente, hicieron mi planta covid, con lo que me tuve que despedir de la cirugía general antes de lo previsto aunque nunca se sabe si para siempre, ayudé a preparar la planta para la llegada de enfermos covid, que fue un follón y me despedí de las primeras prácticas que realicé en un hospital y de todas las enfermeras que me han impartido mis primeros conocimientos como profesional.

En el siguiente rotatorio acabé en la UCI4/URPA1 una UCI montada de campaña tras lo sucedido con el covid. Esta UCI de campaña no consta de camas separadas en cubículos, tiene la estructura de una URPA un poco más pequeña con 10 camas con sus respiradores consecuentes. Pese a no ser una UCI como tal es un sitio acogedor, con un popurrí de enfermeras que hay de todas las plantas y servicios hace que aprendas un montón de cosas variadas. Para mí hay una enfermera que sobresale de todas las demás se llama Soraya y es una de las enfermeras más inteligentes que he conocido sabe muchísimo de todo el cuidado de pacientes debido a su gran experiencia, es de la que más he aprendido sin duda.

Tengo una imagen totalmente diferente del día que llegué en el que me confundí cogiendo el uniforme y llevaba un pantalón 4 tallas más grande que se me iba cayendo mientras andaba. A día de hoy que ya llevo uniformes de mi talla, no me quiero despedir de este servicio y no por este motivo, sino por el buen rollo que existe y lo que es capaz de aprender una enfermera en este servicio tan especial. Es una adrenalina constante un flujo de conocimientos de todo tipo, de pacientes neurológicos, de traumatismos, HIPEC…

Es una pasada el trabajo que realizan mis enfermeras en la UCI, con razón imparten cuidados intensivos hacia los pacientes que ingresan tan graves, y no solo a los enfermos sino a familiares, al no estar permitidas las visitas, todos los días los familiares llaman y se interesan por los pacientes y es una angustia escuchar como desde el otro lado del teléfono sufren sin poder apenas verlos…

El día en que llegué me fijé en dos pacientes, uno que dieron el alta al día siguiente, este ingresó por un consumo excesivo de estupefacientes siendo epiléptico, lo que le provocó un cuadro de epilepsia. El señor cuando fue consciente de lo ocurrido se estuvo riendo mientras añadió que había pasado muy buena noche.

La otra paciente es una enferma que desde que llegué ha estado con altibajos. Ha sido operada de un HIPEC que yo desconocía la técnica. Es una de las chicas más fuertes que he conocido, ha tenido la suerte de topar con unos cirujanos estupendos. Tras operarla del HIPEC, le hicieron una cura de VAC (que consiste en una terapia de cierre por vacío no invasivo que ayuda a promover la cicatrización mediante la aplicación de presión negativa en el lugar de la herida favoreciendo la reducción del área de la herida y eliminando el exceso de fluidos y favoreciendo la formación de nuevos vasos sanguíneos) que fue una pasada. Me hice amiga suya desde que llegué y todos los días voy a verla y, como es profe de música, le ponemos música clásica en el móvil y lo agradece un montón.

Lo que más me ha impresionado en la UCI es la rapidez con la que se hacen todas las emergencias y la experiencia que tienen que no se confunden con la administración de fármacos, en situaciones de paradas cardíacas o de intubaciones.

He adquirido un gran margen de conocimientos desde la administración de fármacos en vías centrales a la colocación de catéteres arteriales, pasando por bolos de medicación en situaciones de emergencia.

De momento no he tenido oportunidad de visitar más servicios, pero tengo la certeza que es un puesto de trabajo donde me gustaría estar y ojalá junto a mis actuales compañeras.

Estoy muy orgullosa de la profesión que he elegido y sobre todo ser capaz de ayudar a la gente a recuperarse, apoyarla durante su estancia hospitalaria, hacérsela más llevadera, escucharles e intentar entenderles. Otorgar a una persona el don del cuidado es la mayor ofrenda de amor que se puede dar. Gracias a todo el profesional sanitario por su dedicación y su ayuda al alumnado de prácticas, ya que sin ellos no tendríamos la suficiente experiencia ni ser tan eficaces en un futuro.

Autora: Andrea Antón Carpintero

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