Cartas que curan, cuando las palabras se convierten en cariño

Jueves, 9 de febrero de 2023

por Natalia Hernández Manjón


Hay que remontarse a febrero del 2020 para entender esta historia. Si alguien hubiera contado lo que iba a pasar, nadie le hubiera creído. Las televisiones y telediarios de todo el mundo no paraban de hablar de un virus que cada día hacía enfermar a más gente. En España, los pacientes comenzaban a llegar sin parar. El mundo se paralizó, menos el de los profesionales sanitarios que, con miedo, incertidumbre y cansancio, no dejaban de luchar para seguir ayudando y evitar pasar a ser un paciente más. Nadie sabía nada, ni cómo había que actuar, ni como se acababa con un virus que cada día ocasionaba más fallecimientos.

Belén escribió Cartas que curan

Belén Navarrete es enfermera desde hace más de 25 años del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Regional de Málaga, una planta que en marzo del 2020 se reconvirtió en un espacio covid para atender a los pacientes. Ella fue una de las personas que vivió el miedo y el horror en primera persona, pero siempre priorizando a sus pacientes y a su vocación.

Desde muy joven tenía claro que quería estudiar Enfermería. No tenía parientes ni amigos que se dedicaran a esta profesión, pero su idea era clara. En su recuerdo tiene un espacio dedicado a la Escuela de Enfermería de Ronda donde estudió y donde los religiosos Camilos iban a menudo a dar charlas de humanización.

“Siempre nos inculcaron mucho el tema de la humanización, del trato muy directo con el paciente, ayudarle a superar las dificultades que tenga… Nos inculcaron mucho que la salud no era solamente aplicar unos cuidados, ni cumplir con una prescripción médica. La Enfermería iba mucho más allá, hay que dedicarle tiempo. Siempre vamos con mucha prisa, pero es en el trato integral, en el diálogo con los pacientes donde les ayudamos a encaminarse hacia la salud en todas sus dimensiones completas, no solo en lo referido a la salud física”. Belén tiene claro que su vocación y sus inquietudes con la Enfermería le vienen desde su paso por la escuela, se quedó fascinada con los religiosos y con su forma de llevar a cabo la Enfermería. “Ellos llegaban al trasfondo de la profesión, no se limitaban a cumplir, lo que se conoce como “vamos a ganar el sueldo”. La vocación hay que alimentarla también”.

Belén admite que lo pasaron muy mal. “Llegaban pacientes que tenían que ser aislados, con caras de miedo, de pavor, de animales que van al matadero. Nos preguntaban continuamente si iban a morir porque habían ingresado y escuchaban todas las noticias. Nos sentíamos muy mal, los pacientes mayores se desorientan al ser ingresados, así que no os podéis hace runa idea si están solos y aislados, sin poder recibir visitas de sus familiares. Sumado a esto, recibían a unos trabajadores que estaban enfundados, donde no se ven apenas ni los ojos. Nos íbamos a casa traumatizados”, recuerda.

Enfermera cartera

Siempre ha sido un alma inquieta y no paraba de darle vueltas a la cabeza cuando recibió un mensaje de WhatsApp de una prima que trabajaba en un hospital de Madrid. Se trataba de una iniciativa que le pareció un pequeño parche para acabar con tanta tristeza en sus pacientes. De este modo puso en marcha el proyecto “Cartas Solidarias”. Se trataba de recopilar cartas anónimas para entregar a los pacientes y que estos se entretuvieran y se sintieran un poco más queridos.

Belén Navarrete, autora de Cartas que curan

“Pensé que esta iniciativa era lo que mis pacientes necesitaban, era lo más bonito que se podía ocurrir y decidí trasladarlo a mi hospital, que no dudaron en ayudarme a ponerlo en práctica. Lo hablé con la jefa de prensa del hospital, le pedí permiso a la dirección de Enfermería y me dieron el ok. Entonces empecé a pedir por WhatsApp, por los grupos que tenía, cartas, aunque mucha gente no se lo tomaba en serio y mis amigas me pidieron que hiciera un vídeo con el EPI puesto. Así lo hice. El vídeo empezó a circular por los grupos y a caer en manos de periodistas. Sin saberlo, a las 24 horas se publicó en la prensa de Málaga, una prensa que deben de leerla también malagueños que viven fuera del país. Yo no sabía que se había publicado en la prensa cuando mi marido, que tenía acceso también al correo que cree para recibir las cartas, me llamó alucinando: “Belén, cuando termines de cenar métete, por favor, en el correo, tienes un montón que hacer esta noche”. Me hizo una captura y tenía 700 correos electrónicos con cartas”, explica.

Abrumada comenzó a abrirlas: había cartas de gente de España, de malagueños que vivían fuera; pero también de Alemania, de una chica de Estados Unidos, e incluso una chica china que estaba en una escuela de español. Le enviaban mensajes y dibujos, unas palabras que estaba segura ayudarían a sus pacientes y se convertirían en el cariño que necesitaban en esos momentos tan duros.

Las miles de cartas que recibieron no solo ayudaron a los pacientes, también sirvieron para impulsar a los sanitarios a trabajar cuando estaban bloqueados. Recibir, imprimir y repartir las cartas al llegar al hospital era la tarea que Belén realizaba, de ahí el apodo cariñoso que le pusieron: la enfermera cartera.

Cartas que curan

Una iniciativa así no podía quedar en el olvido, así que rápidamente sus compañeros y su jefe de servicio y amigo le recomendó que hiciera algo más, que no podía quedar todo guardado en un ordenador. “Esto lo tienes que publicar. Las cartas tienen que seguir produciendo esperanza a más gente” le decían. Belén no dejó de darle vueltas a la cabeza, pero era algo muy difícil, costoso y que necesitaría de ayuda para poder realizar.

Portada Cartas que curan
Portada del libro Cartas que curan

Se puso en contacto con un amigo que también escribía novelas por afición y este hablaría con su editor. Belén Navarrete recibió una respuesta positiva y la ayuda necesaria para llevar a cabo este pequeño sueño. Se puso a seleccionar cartas y a su vez a pedir autorizaciones. “Era un caos, con tal volumen de cartas y un espacio limitado de espacio, había gente que se quedaría fuera. Otras se descartaban porque estaban a mano escritas, dibujos que se verían borrosos en un libro… Para mí fue muy difícil y doloroso tener que elegir y descartar, todos se lo merecían y se lo agradezco”.

Poco a poco el sueño que parecía tan lejano se haría realidad y se convertiría en Cartas que curan, un libro que no solo lleva esperanza a los pacientes, también ayuda económicamente, puesto que todo lo recaudado tiene unos fines benéficos, unos fines benéficos, la recaudación será íntegra para Comedor de Santo Domingo, Redmadre Málaga y Caritas.

“Las cartas han sido muy emotivas. Nos escribían desde niños pequeños que estaban en sus casas o en los colegios, hasta personas mayores de residencias. Las personas hospitalizadas lloraban de emoción porque había pacientes que tenían familia y amigos, pero otros por desgracia no, y aun así pudieron recibir un poco de cariño gracias a la solidaridad de estas personas que dedicaron un poquito de su tiempo”, afirma.

Una iniciativa que ha ayudado a muchas personas y que aún puede hacerse comprando el libro físicamente en la librería Proteo, encargándolo en su web o incluso en plataformas como Amazon, Fnac o Agapea.

A pesar del cansancio, del jaleo y las dificultades para llevarlo a cabo, ella pudo. Si ahora mismo le preguntamos a Belén Navarrete si le queda algún proyecto porrealizar, tiene clara su respuesta: “que me pudieran dar más tiempo para dedicarme al proyecto y extrapolarlo a más gente, porque hay muchos pacientes solos y, cuando a alguno le pasa algo más allá de su enfermedad, también la Enfermería se debe dedicar a ello”. Porque, como dijo al principio, “la Enfermería es mucho más allá que curar, es vocación, es humanidad, es ayudar al paciente a encaminarse hacia la salud en todas sus dimensiones completas, no solo en la salud física”.

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