La enfermería de práctica avanzada en procesos oncológicos complejos

Lunes, 15 de febrero de 2021

por diariodicen.es

El pasado mes de julio, el Hospital Virgen Macarena, ubicado en Sevilla, puso en marcha la figura de la enfermera de práctica avanzada en procesos oncológicos complejos, una profesional encargada de abordar las distintas fases de estos procesos asistenciales, “desde la etapa de la prevención hasta el diagnóstico, tratamiento y rehabilitación” durante toda la asistencia, según la definición del Plan Andaluz de Oncología que aporta Montserrat Álvarez, que ocupa este cargo. Esta enfermera nos atiende para hablar de las funciones que tiene esta figura, de cómo hay que actuar cuando un paciente requiere estos servicios, de las necesidades de los afectados de un proceso oncológico complejo y de la importancia de los autocuidados en este ámbito.

© Pedro Belmonte

Pregunta. ¿En qué consiste la figura de la enfermera de práctica avanzada en procesos oncológicos complejos?

Respuesta. El Plan Andaluz de Oncología define la figura de la enfermera de práctica avanzada (EPA) en el proceso oncológico como la profesional que “interviene en las distintas fases de los procesos asistenciales oncológicos complejos, desde la etapa de la prevención hasta el diagnóstico, tratamiento y rehabilitación”, a lo largo de todo el itinerario asistencial.

P. ¿Cuáles son sus funciones y competencias?

R. Las funciones y competencias de la práctica avanzada son las que van dirigidas a personas con cronicidad y alta necesidad de cuidados, así como a las personas que las cuidan.

Las principales funciones pasan por ejercer como referente para el abordaje de la complejidad de estos cuidados, tener autonomía en la toma de decisiones para la resolución de problemas, coordinar y organizar los componentes del plan realizando una gestión proactiva de los problemas de salud, activando los recursos para cubrir necesidades y, así, actuar como intermediaria de estos servicios para la resolución de los problemas y maximizar la continuidad asistencial.
Por otro lado, la docencia y la investigación son dos de las competencias más visibles de la EPA. La forma de generar conocimiento es a través de la investigación, participando en proyectos de esta índole y poder difundir los resultados de la práctica clínica a través de artículos científicos y la participación en congresos.

P. Esta es una figura que ha sido implantada en el hospital el pasado mes de julio, ¿cuáles han sido los objetivos de su puesta en marcha?

R. Desde el año 2018 el Hospital Virgen Macarena cuenta con la implementación de la práctica avanzada en gestión de casos, en ostomías y en heridas crónicas y complejas. No deja de ser algo innovador en el ámbito de los cuidados de enfermería que permiten analizar y valorar una situación concreta en su totalidad.

La práctica avanzada en el proceso oncológico es una de las grandes demandas de las sociedades científicas y de las asociaciones de pacientes como una necesidad para nuestros afectados de cáncer.

P. ¿Cuáles son estos procesos oncológicos complejos a los que hace referencia el nombre?

R. El nombre hace referencia a cualquier proceso oncológico diagnosticado o en proceso de diagnóstico de cáncer, en tratamiento activo, que por su diversidad y la complejidad de los cuidados, requiera una enfermera de práctica avanzada en oncología para la gestión del caso.

Es la forma de garantizar la continuidad asistencial y orientar el servicio hacia la excelencia de los cuidados, por lo que era imprescindible iniciar esta figura con los pacientes que requiriesen una atención “especial”, como son los pacientes oncológicos de pulmón y los relacionados con patologías de cabeza-cuello, es decir, otorrinolaringología (ORL) y maxilofacial.

P. ¿Cuáles son las necesidades más habituales de los pacientes a los que asiste como enfermera de práctica avanzada en esta especialidad?

R. Para saber cuáles son las necesidades más comunes es imprescindible definir los cinco componentes clave del proceso de gestión de casos, que son: identificar el caso como tal, la valoración del mismo, el diseño del plan de gestión, la coordinación de los distintos servicios y el cierre del caso.

Una vez establecidas estas líneas de trabajo, y tras evaluar a la persona y a la familia desde una perspectiva de atención biopsicosocial, se intenta buscar el mayor bienestar y calidad de vida posible, promoviendo la autorresponsabilidad, la autonomía y el autocuidado como pilar para la recuperación física y emocional, así como la reincorporación a su proyecto de vida, que en la mayoría de los casos se ha quedado paralizado en el momento del diagnóstico.

P. ¿Cómo da respuesta a estas necesidades?

R. Una valoración temprana, en la que intento adelantarme a las situaciones en las que el paciente se irá encontrando, es fundamental para lograr una mejor adherencia al tratamiento y potenciar el soporte necesario tanto social como familiar.

P. De forma general, ¿cómo es el día a día en este cargo?

R. Mi ubicación física está cerca de las consultas médicas de Oncología y Radioterapia, lo que facilita la interrelación con los diferentes profesionales que formamos parte del proceso asistencial.

Los pacientes, tras la consulta con el médico, pasan a la mía, donde realizo una valoración integral, haciendo especial énfasis en sus antecedentes, en sus necesidades, en su proceso y en la situación actual de sus cuidados.

Establezco circuitos asistenciales según las distintas necesidades, adecuándolos a cada contexto asistencial, como nutrición, odontología, consultas de enfermeras especialistas, como es el caso de ORL o accesos vasculares, entre otros.

P. ¿Qué pasos hay que dar cuando un paciente presenta necesidad de acudir a estos servicios?

R. El mecanismo de captación y derivación de un paciente oncológico comienza desde el Comité de Tumores o las consultas de Oncología Médica y Radioterapia, donde es fundamental el trabajo de colaboración, que van siempre ligadas a la práctica clínica directa en sus diferentes perfiles clínicos, así como desde la evaluación del nivel de cuidados que precisa el paciente diagnosticado de cáncer. Es un mecanismo bidireccional.

P. ¿Cómo es la relación con la familia de los afectados por procesos oncológicos complejos?

R. El paciente oncológico y su familia tienen que asumir un papel activo y de responsabilidad sobre el estado de salud, ya que el autocuidado debe asumirse como algo propio al ser imprescindible para crear un entorno adecuado de comunicación que transmita confianza y apoyo emocional.

P. ¿Qué importancia tiene la comunicación terapéutica en este ámbito?

R. Una buena comunicación es el camino que asegura un adecuado acceso a la atención sanitaria y una buena coordinación entre los distintos profesionales.

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